La conocida frase que reza que: “en la guerra la primera víctima es la verdad”, pronunciada por Hiram Johnson, cada día cobra mayor vigencia, no es sino escuchar el reporte de bajas de uno y otro bando para constatar su veracidad.
Pues bien, el periodismo no es ajeno a esta realidad. Es así como un mismo hecho puede ser informado desde ángulos distintos, es el clásico ejemplo del vaso de agua, puede verse medio lleno, o medio vacío, sin que se falte a la verdad. Es ahí donde entran otros factores que son los intereses, qué conviene más, afirmar lo primero o expresar lo segundo.
La información sobre desastres naturales transmitida “en caliente” desde el lugar de los hechos está ceñida por la inmediatez, y es así donde fácilmente se puede incurrir en errores de percepción. Desde luego, la opinión pública querrá saber las causas del siniestro, el número de víctimas, y el número de familias damnificadas, y todo ello toma tiempo, pero el afán de dar la noticia puede llevar al reportero al terreno de la especulación que es tanto como caminar por el delgado hielo.
Pero ya que hablamos de la opinión pública, definámosla como esa masa amorfa de consumidores, donde encontramos de todo, gente interesada en ayudar, otros interesados en satisfacer la curiosidad, y por último, están los interesados únicamente en satisfacer el morbo. Así las cosas, tenemos que la noticia pasa por diferentes filtros, luego el efecto de la misma es diferente en cada caso.
Todos estos factores hacen que la objetividad en la noticia sea más una utopía que una realidad, empero, es necesario buscar que los receptores de las noticias, se preocupen, en la medida de lo posible, en contrastar la información, consultar las fuentes, y no engullirse la noticia al primer bocado sin hacer este ejercicio, con ello se combate el fenómeno tan de moda en las redes sociales conocido como el Fake News (Noticias Falsas), que estarán a la orden del día, en esta época electoral.
En muchas ocasiones, la noticia sobre un hecho criminal que ocupó las primeras páginas de los diarios nacionales, con una versión sobre la autoría del mismo, al cabo de unos años, estos hechos se decantan ante la justicia y, pueden terminar por establecer la responsabilidad penal en un autor diferente e incluso finalizar con la absolución.
Es el caso, por citar un ejemplo, del episodio del collar bomba, que cobró la vida de la señora Elvia Cortés y del agente que intentó desactivar el artefacto explosivo, un hecho execrable que conmovió el alma nacional, y cuya verdad solo se conoció dos años después a través de El Tiempo, con muy poca difusión, a tal punto que todavía se tiene la percepción equivocada en la opinión pública.
Nota de cierre: Desde esta tribuna de opinión le damos la más cordial de las bienvenidas al Comandante de la Policía del Cesar, señor Coronel Luis Rodríguez, deseándole que su labor sea fructífera y eficaz. darioarregoces@hotmail.com