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La niñez: un tesoro inapreciable

La Constitución Política consagra la prevalencia de los derechos de los niños sobre los de los demás, así mismo, se ha establecido que por su condición de debilidad, los niños y niñas merecen mayor protección para promover su dignidad, pero desafortunadamente en nuestro país este precepto constitucional es letra muerta y sus derechos e integridad física y moral es vulnerada a diario.

Nuestros niños son el regalo que el Arquitecto del mundo nos brindó para llenar nuestras vidas, de amor y alegría, por eso siempre debemos propender en satisfacer plena y debidamente sus necesidades físicas, emocionales, psicológicas, afectivas y espirituales, para de esta manera responder por su adecuado crecimiento y desarrollo.

Bajo esta perspectiva imaginamos que la situación de los niños y niñas en Colombia es la mejor, donde el Estado y los adultos respetamos y trabajamos a diario para garantizar sus derechos, pero al analizar la situación de los menores en el país nos encontramos que su realidad es muy distinta, difícil, triste y cruel.

Encontramos cifras preocupantes, como que el 4 % de nuestros niños y niñas no son registrados, más de dos millones han sido afectados por el conflicto armado, 20.526 niños y niñas han sido maltratados, cada día en el país 39 menores son víctimas de abuso sexual y el trabajo infantil mantiene una tasa del 9.8 %.

Es doloroso conocer historias como la masacre de los niños del Casanare, quienes fueron vilmente asesinados por $ 500.000 por una disputa familiar de un terreno, los miles de niños que se encuentran bajo la protección y cuidado del Bienestar Familiar por el abandono de sus padres, la violación o abuso sexual de menores por parte de un familiar o la desaparición y presunta venta de la menor en Magangué por su propia madre y una tía.

Por Dios, ¿En qué país vivimos? ¿Qué futuro construimos? ¿Cuáles son los principios y valores donde fundamentamos nuestra relación familiar y la sociedad? ¿Será que estos 50 años de conflicto y guerra han extinguido nuestra sensibilidad social y la necesidad natural de amar y proteger a los infantes?

Es inaudito que los animales, seres que carecen de funciones cognitivas superiores como el raciocinio, que no es otra cosa que la capacidad y la habilidad de pensar y analizar, nos enseñen solo con su instinto el cuidado y protección que se le debe brindar a los hijos (crías), y seamos nosotros los seres humanos, quienes hemos sido capaces de acuerdo con nuestra inteligencia de transformar y aprovechar el entorno, para preservar nuestra existencia, quienes maltratemos, abandonemos y abusemos de nuestros niños y niñas.

Los niños y niñas son el presente y futuro del mundo, la extensión de nuestra existencia, la alegría del universo, la hermosura de la creación divina y la prueba más fehaciente de la existencia del paraíso, por ello debemos trabajar incansable e indeclinablemente por garantizar su bienestar, para que crezcan en el seno de una familia, en un ambiente de felicidad y comprensión.

Por eso se hace necesario en estos días, donde soñamos con la construcción de un nuevo país, en paz, con equidad y educación, que el Estado fomente políticas públicas para proteger y apoyar los derechos de los niños, la sociedad se comprometa a prevenir su vulneración y la familia garantice su convivencia bajo el afecto y respeto, solo así y nada más que así, estaremos construyendo un mejor país, de lo contrario estaremos contribuyendo en la edificación de una sociedad sin principios y con un futuro nefasto.

Por Diogenes Armando Pino Sanjur

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