Todo comenzó un día que viajé al pueblo a visitar a mis familiares. Fue un viaje terrible porque el bus dio tantas vueltas que me revolvió todo el organismo. Mientras viajaba pasaban las horas y solo recordaba e imaginaba los sitios que puedo frecuentar durante el tiempo que esté allá.
Cuando llegué, me sorprendí mucho ya que la casa de mi tía no era como lo pensaba. La vieja casa se había quedado atrapada en el patio, mientras que en el frente, habían construido una más grande. Dejé las cosas en la habitación y decidí ir al patio.
Me di cuenta de que la ayudante de mi tía vivía en la vieja casa por unos anuncios de “No molestar” qué tenía puesto en diferentes lugares. Además, ella se había asomado por la ventana cuando me sintió llegar. En ese momento me devolví hacia la habitación.
En la tarde, mi prima y sus amigas me invitaron a jugar con ellas, pero primero me dijeron que tenía que entrar a la casa del patio. Decidí hacerlo. El miedo me acompañaba y se hacía más fuerte. Sentía escalofríos al dar cada paso. Cuando subí al segundo piso me encontré con la ayudante.
Ella, un poco molesta, me contó la historia de una niña que quedo atrapada en aquella casa. En ese momento mi tía la llamó y tuvo que irse de prisa, sin darse cuenta de que me había quedado en aquel lugar.
Llegué a una habitación que tenía la puerta cerrada… la abrí. Lo primero que vi, fue un espejo, y escrito sobre él: “Ayuda ayuda ayuda sáquenme de aquí”. Miré al espejo. Dentro de este, había una niña, me ericé y corrí asustada. La volví a ver en las escaleras. Tuve que detenerme, no sabía que hacer. Ella alcanzó a hablar, me dijo que estaba triste y asustada.
Como pude, brinqué y pude salir de la casa. Mi prima me acompañó nuevamente a ese lugar después de contarle lo ocurrido. Entramos a aquella habitación y no vio a nadie.
Había quedado pensativa con lo que me había dicho la niña. Tuve que regresar. Ella volvió a salir del espejo y me contó su historia. Hoy, esa niña es mi amiga imaginaria.
Por: Lina Valentina Chassaigne – Colegio Técnico Upar