Se abren las puertas del Café La Bolsa, en Valledupar, es una noche diáfana; como es costumbre, “Chorrobalín” se ubica en la entrada, solicitando algún tipo de ayuda y solventar así su maltratada vida. En el interior, los meseros sirven trago a tutiplén y en una mesa apartada,Adelaida, “La Carpa”, con su baraja extendida, adivina el futuro de un par de borrachos ilusos quienes se resisten a vivir la vida sin pareja,“Copa más copa, más otra copa” era el resollar de esta mujer, experta en predecir el destino; de fondo, el acordeón de “Colacho” Mendoza y el canto de un joven, Isaac Carrillo, recién llegado de San Juan, bisoño y un tanto nervioso ante las contantes arengas de los expertos en vallenato que se daban cita en este bar del centro, constituido como el templo del folclor.
En la puerta Rafael Escalona y Gabriel García Márquez, ansiosos de fiesta y parranda, entran y comienzan a llegar amigos a la mesa que se convierte en el centro de la parranda; Jaime Molina toma una servilleta y le hace una caricatura García Márquez, ante el rostro de disgusto de Escalona quien no es capaz de esconder un dejo de celos. Aparece un muchacho flaco y desgarbado que llega con el “Turco” Pavajeau e insiste en cantar una canción, y lo consigue, sube a la tarima y canta “La espina”aunque no gustó mucho, logró el aplauso del escritor de Aracataca, “Nojoda Tavo, que vallenato más hermoso, es pura poesía” el muchacho un poco reconfortado le responde: “Gracias, pero aquí dicen que es un bolero”.
“No saben nada de romanticismo” respondió García Márquez.Colgado en la pared, un cuadro de Marilyn Monroe, llamó la atención de Escalona y mientras servía un whisky, señaló, “Gabo, como esa mujer te voy a presentar una esta noche”, con escepticismo el escritoraseguró, “Como Marilyn, solo Remedios, la bella. Más bien, sirve otro que esto se pone cada vez mejor”.
El ambiente de color, bohemia y arte del bar, finaliza cuando Escalona le hace una seña Gabo para escaparse y seguir con la faena, aprovechando una pelea que se armó entre los borrachos que atendía “La Carpa” por quedarse con la mujer que mostraba la baraja.
Salieron y caminaron dos calles y, en medio de la penumbra, se encuentran con un tipo excéntrico, de caminar estilizado y pantalón con talle alto, acostumbrado a buscar las huellas de la gente que no existe, “Cabirol”, a quien El Hijo de Patillal le pidió ayuda para buscarles una mujer.
Luego de pasar 5 esquinas, Coopetrán y El Boliche, llegan entonces a un lugar mágico, donde revoloteaban mariposas amarillas en la entrada; en el interior,oscuro pero con mucho color, con luces pero con sombras; se distinguían muchos personajes: el Coronel Aureliano Buendía,planeando como enfrentar sus mil batallas;Úrsula Iguarán, pensando en cómo hacer para que no se acabe Macondo; Florentino Ariza,esperando esos 53 años, 7 meses y 11 días para estar con el amor de su vida y la Nena Daconte, asombrada de lo que veía.
“Cabirol” los invitó a cruzar una cortina roja de terciopelo para mostrarles lo que tenía, aunque sólo fuese una silueta, inspiraba todas las tentaciones, más bella que Marilyn y que Remedios, la bella, con una seducción rayana en promesas,sentada en una butaca, fuma, lanza miradas y posa en ropa interior, esperando al escritor, quien no sale de su asombro, perplejo y sin entender nada,envuelto en el humo de su cigarro.