En Valledupar anda suelto un monstruo que cada vez atemoriza más, cuyas garras ya han cobrado muchas vidas. Se trata de la falta de control vial y el caos que genera el tráfico vehicular de la ciudad.
En las calles, avenidas, esquinas, semáforos y en cualquier sitio de Valledupar el desorden en cuanto a la movilidad vial está a la vista de todos. Pareciera que las normas y señales de tránsito en esta ciudad hubiesen sido abolidas o perdido vigencia, nadie las respeta, siendo más grave aún el hecho de que no haya quien las haga cumplir en pro de la preservación de la vida y del orden que debe reinar en una ciudad civilizada.
El punto más crítico es el relacionado con los motociclistas; la mayoría de estos, segundo a segundo, dan muestras claras de desconocimiento e irrespeto de las normas y de desprecio al valor de la vida. Actúan como kamikaze cuando conducen sus motocicletas, pareciera que se movilizarán resignados a cualquier tipo de suerte, pero se olvidan que no es solo su integridad física la que está en juego sino también la de los demás.
Ese irrespeto y menosprecio a las normas de tránsito, que ya no es solo de los motociclistas, sino que se ha extendido a todo tipo de vehículo, ha enlutado a muchos hogares vallenatos, muchas vidas se han apagado en accidentes de tránsito, siendo el hecho más reciente, y doloroso por demás, el ocurrido este miércoles en la intersección de la calle 21 con carrera 18ª de esta ciudad, en el que falleció el joven Juan Diego Daza de Armas, de 21 años. Debemos aclarar que las causas y responsabilidad de este triste episodio aún están por determinarse. De todas maneras, es una muerte que lamentamos mucho y por ello expresamos nuestras sentidas condolencias a sus familiares
La pregunta es ¿cómo controlar o arreglar esto?, sabemos que la actual administración municipal todavía está en proceso de instalación y despegue institucional, con un plan de desarrollo que apenas acaba de aprobar el Concejo Municipal, pero también es cierto que la situación ya no da más esperas, hay que actuar con la premura que amerita el tema.
Somos conscientes que estamos frente a un monstruo de mil cabezas que lleva implícito la falta de una eficiente infraestructura vial, carencia de empleo, de cultura ciudadana y de oportunidades de ingresos para nuestra gente, en especial de esos jóvenes que, en su mayoría sin opciones de estudios y de cualquier expectativa laboral, recurren al mototaxismo, incurriendo en todas las formas ilegales de trabajar y sin capacitación o entrenamiento alguno para conducir un vehículo tan riesgoso como una motocicleta. No obstante, el ciudadano que si cumple las leyes lo menos que puede esperar de sus autoridades es que se le garantice una ciudad en orden.
Se tiende en muchas circunstancias a mencionar la inseguridad vial de las carreteras pero esta vez el hecho funesto del joven Daza de Armas exhibe que los muertos viales no son pocos en la ciudad. A la imprudencia de motociclistas se suma la pasión por la velocidad y los ‘piques’ de velocidad que ya no solo se hacen a escondidas nocturnas.
El tema es complejo, pero debe y tiene que solucionarse pronto, porque es claro que el desarrollo y la prosperidad de esta región no se pueden ver amenazados por un problema que afecta diariamente a sus habitantes y visitantes como es la seguridad vial.