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La mudanza más famosa y concurrida de Colombia

Así se vive esta tradicional fiesta en el municipio de Becerril, Cesar.

“Viene la casa, viene la casa”, es la frase que pronuncian miles de personas que acuden anualmente a un tradicional recorrido que se realiza en Becerril y que consiste en el traslado de la estructura de una casa de madera y palma amarga.

Durante más de cuatro horas, partiendo desde el sitio conocido como ‘La balastrera’, hasta la casa indígena, en el centro del pueblo, se cumple este acto dentro del marco del Festival de la Paletilla y que es conocido como ‘La mudanza’.

Es el acto más esperado por todos, porque es la ocasión propicia para el reencuentro y en medio de carreras delante o detrás de la casa, tragos de chicha y con un sol canicular que nunca falta, recordar episodios gratos de una tierra que tiene en sus ancestros indígenas, su más grande identidad.

La casa que es utilizada para realizar ‘La mudanza’ está lista tres días antes y el día señalado en horas de la mañana comienza el trabajo. Los encargados de realizarlo son 50 hombres conocidos como ‘Mudanceros’ y varias mujeres que llevan las horquetas para sostener la casa cuando se hace un pequeño descanso en el recorrido de más de cuatro kilómetros.

La casa es jalada con cabuyas por un trayecto aproximado a los 100 metros y la gente corre para no dejarse alcanzar porque puede tropezar y caer y otros también lo hacen para no distanciarse mucho de esta ceremonia especial.

El sofocante calor es mitigado tomando agua, chicha, ron y vino de uvita de lata fermentado.

‘La mudanza’ se convierte en todo un carnaval. Nadie quiere perdérsela y algunos se encargan de jalar o estar en el interior de la casa para sentir la más grande emoción. Algunos consideran a ‘La mudanza’ como una maratón folclórica porque todos se divierten a ritmo de la banda de la escuela de música o grupos de tamboras.

Capítulo aparte merecen tres personas que hacen el papel de ‘La Cacica’, Reina de ‘La Chicha’ y ‘La Caciquita’, que son las encargadas de motivar a todas las personas que acompañan el hermoso desfile. Ellas con sus sonrisas y con el reparto de chicha de maíz hacen posible que el encuentro tenga tinte de alegría e integración.

Cuando muchos Becerrileros están lejos de su tierra sienten el deseo más ferviente de regresar a ‘La mudanza’, y se la disfrutan de principio a fin. Llegan a la casa indígena cansados y con la cara roja por el sol, pero eso no importa porque se alegran y hasta lloran de la emoción de volver a ver andar al lado de la famosa casa y de compartir con sus paisanos.

Capítulo aparte merecen los indios Yukpas que asisten sin falta y durante el recorrido entablan unos diálogos en su lengua que causan curiosidad entre los visitantes. Los indígenas recuerdan el ayer de su territorio y se emborrachan, hasta quedarse dormidos.

Después de pasar una mañana diferente y pasado el medio día se llega a la meta donde la mayoría arriba con unos tragos de más o de menos y todo es felicidad. Llega la casa a su nuevo lugar y la estrena una familia Yukpa.

Terminado el acto multitudinario cada uno parte para su propia casa, convencido de haber cumplido al pie de la letra con la tradición. Lo más importante de todo es que se renueva la fe en una tierra grata, amable y querida. Es que haber estado en ‘La mudanza’ es sentirse como dijera el inmortal Rafael Orozco: “Sabroso, contento y enamorao”.

Historia de ‘La Mudanza’

El investigador, escritor, compositor y creador del Festival de la Paletilla, Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa, sobre este importante acontecimiento conocido como ‘La mudanza’ relató que hace 37 años con un grupo de jóvenes de Becerril se dio a la tarea de crear el Festival de la Paletilla y con el correr de los años fue tomando la importancia que hoy ostenta.

“La mudanza es una tradición donde se escenifica el traslado de una casa de un lugar a otro. Cuando niño observé varias mudanzas. La que más recuerdo la trajeron de ‘Los Manantiales’ hasta el pueblo. Eso era motivo de una festividad enorme porque se sumaban los tamboreros, los acordeoneros, los gaiteros, los cargadores, los techadores, los embadurnadores de barro, las hacedoras de chicha, los bailadores, el curandero, los parranderos y muchas personas que hacían parte de esta gran parafernalia. Era una amalgama de elementos culturales en esa sola muestra”, expresa Tomás Darío Gutiérrez.

Finalmente cuenta como anécdota que el proyecto del Festival de la Paletilla lo condenso en una sola página, pero que le sacó 250 copias utilizando una vieja máquina de escribir marca Brother, hacía de tres en tres, trabajo que lo hizo en un mes aproximadamente.

“En esa página estaba contenido todo lo que era el Festival de la Paletilla que comenzó a tomar fuerza año tras año. El festival fue una propuesta interesante que me permitió fertilizar mi corazón de Becerrilero y poner de presente que las tradiciones no hay que dejarlas tiradas en el camino de los años sino conservarlas de generación en generación”.

Los años sigan pasando y el pueblo de Becerril sigue ligado a su tradición, esa que llama e invita a realizar una mudanza folclórica colectiva donde todos son protagonistas porque viven de cerca una experiencia única que les permite unir todos los recuerdos en un solo momento. La mudanza tiene el más grande significado para un pueblo que está ligado a sus tradiciones y que se han expandido de generación en generación.

Ese día, en Becerril lo que más se escucha es: “Viene la casa, viene la casa”, esa misma que la pasean de un lado a otro y que se convierte en la mudanza más famosa y concurrida de Colombia.

Por Juan Rincón Vanegas

Categories: Crónica
Periodista: