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La movilidad en las glorietas

Por Óscar Ariza Daza

Las glorietas en Valledupar que desde hace muchas décadas se convirtieron en uno de los íconos que simbolizaban mejor el ideal urbano de la ciudad; hoy representan un enorme impedimento para la normal movilidad. De esas construcciones adornadas con monumentos o plantas exóticas que embellecían el entorno urbano, pasaron a ser estructuras obsoletas que más allá de facilitar el retorno de vehículos, se han convertido en un foco de embotellamiento, en sitio de alto riesgo de accidentes y en catalizador de estrés y agresividad para qienes tienen que enfrentarse en una puja inmisericorde por pasar de un lado a otro, en la medida que se lo permiten.

Los puntos más críticos de movilidad en la ciudad precisamente están localizados en la glorieta de la Ceiba, la de los Gallos, la de la María Mulata y quizás la que más atenta contra el libre y seguro tránsito de vehívulos es la glorieta de Mi pedazo de acordeón, que pese a la aparente preocupación de la autoridades de tránsito a determinadas horas para hacer laboratorios que mejoren la movilidad allí, éstos producen efectos posteriores en sectores cercanos a ella principalmente en las entradas al barrio Villalba y en la zona de acceso hacia la Avenida Sierra Nevada que conduce hacia un sinúmero de conjuntos residenciales.

Esta Avenida sufre el abuso de todo el que quiere apostarse sobre sus carriles sin que haya intervención de las autoridades. En una conducta absolutamente anómica, los padres de familia del colegio bilingüe se apoderan de los carriles norte y sur mientras esperan la salida de sus hijos, sin que el colegio, en conjunto con las autoridades de tránsito generen una metodología que no obstruya, sino que facilite el paso seguro a los vehículos que transitan a esa hora.

Esta ciudad no ha ampliado su malla vial hacia los sectores aledaños a la glorieta de mi pedazo de acordeón, no hay alteranativas para movilizarse, porque en lugar de despejarla, la falta de planeación llevó a que se construyeran centros comerciales, almacenes de cadena, colegios, cines y otras edificaciones que atraen una alta movilización de vehículos que hoy tienen en jaque la movilidad del sector, porque no hay suficientes vías para llegar hasta allá.

El gobierno de la ciudad tiene que pensar en serio en una propuesta concreta para que las glorietas no sigan obstruyendo la movilidad; no son unos conos puestos a las horas picos la solución más viable; eso produce algún cambio favorable sobre la misma rotonda, pero traslada el embotellamiento a otro sector, pues nuna se hace pedagogía de lo que se piensa implementar, sino que terminamos aprendiendo sobre la marcha, lo que genera incomodidades y dificultades que se reflejan en una ciudad poco amable con sus habitantes.

Se necesita una evaluación seria que permita saber si es factible que las glorietas sigan allí o sean demolidas, se requiere una acción pronta sobre ellas y sobre la avenida Sierra Nevada, se necesita una medida institucional permanente, pues estas intervenciones transitorias terminan frustrando más a la población en la medida que parece que todo lo que se tratara de hacer por mejorar, obedeciera más a la improvisación que a solucionar el problema de raíz y en forma permenente.

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