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La movida política

En medio de las circunstancias que han movilizado al país en estos últimos meses, reformas tributarias van, reformas laborales vienen; los problemas de salud que nos agobian, los jóvenes que han decidido ser parte activa de las protestas  levantan la voz y salen a las calles a decir presente país.  Esos jóvenes que pelean y argumentan querer un país mejor tienen la palabra, un pensamiento que nos ha llevado a sentir que la política, o mejor, aquellos que la orientan, los que la manejan, son nefastos, mentirosos y corruptos.

Sentimos  poca credibilidad en los procesos políticos, en las instituciones que deberían, como ejemplo, darnos catedra de transparencia en el manejo de lo público, pero no. La verdad es que nos mueve un sentimiento de frustración y poca confianza por aquellos a los cuales en su momento le dimos nuestro voto para que nos representen.

Llega la época, nuevamente,  de las promesas: de escribir en mármol, si es preciso, el juramento de no ir en contra del pueblo, de construirles el puente así no exista el río, de construir despulpadoras de mango y despilfarrar, o guardarse mejor,  multimillonarias sumas de dinero para usufructuar   de manera personal,  proyectos que nunca van a desarrollar; casas en el aire que allí se quedan, estadios que nunca terminan. Solo por colocar unos ejemplos de poca monta pero de gran cuantía.

La movida política se da en escenarios en los cuales nuestros políticos son diestros: en los contratos que entidades públicas ofrecen y que desde luego ellos manejan a su antojo; en la necesidad del padre de colocar a su recién graduado hijo, en el cargo que el candidato le ofrece; en los lideres que saben que en época de elecciones  es donde ellos pueden pellizcar unos cuantos pesos, para después pasar hambre cuatro años más, “algo es algo, peor es ná”. Una constante de vida política que nadie entiende y se da en cada temporada de elecciones.

Le seguimos creyendo, y votamos, y los elegimos; al poco rato después de su posesión  comenzamos a denigrar de ellos, y olvidamos que el día en el que tenemos el poder vamos como mansos corderos a cumplir el sagrado deber de escoger a ‘los de la movida política’, es decir a los de siempre.

Hoy los jóvenes están invitándose a inscribir la cedula para cumplir con un mandato constitucional, el de elegir y ser elegidos. Piensen bien muchachos, ustedes son la garantía de poder, y de poder cambiar el rumbo de este país.  No a lo mismo de siempre, no a lo nefasto de siempre, no a la corrupción de siempre, no a la movida política de siempre… por favor. Llegó la hora de cambiar y solo ustedes  pueden hacerlo. 

Cómo olvidar esa memorable frase del libertador en el pantano de Vargas, en esa gloriosa batalla: “Coronel, salve usted la patria”; a ustedes jóvenes después de 202 años les pedimos lo mismo: “Jóvenes de Colombia, ¿si no es con ustedes, entonces con quién?… salven ustedes la patria”.  Sólo Eso.

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Eduardo Santos Ortega Vergara: