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La motivación

“Olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta…” Flp 3,13.
Se define la motivación como esa fuerza interior que anima a una persona a actuar o realizar algo. Se relaciona con la causa del movimiento o ese impulso adicional que se aplica para lograr que algo se lleve a cabo. También tiene que ver con esos factores internos que incitan a la acción y que activan, dirigen y mantienen el rumbo en una determinada misión.
La falta de motivación es uno de los grandes males de la sociedad. Pocas son las personas que parecen vivir a la altura de su propio potencial o capacidad. El creer que podemos recibir motivación para que nos dure toda la vida parece algo imposible; sin embargo, Jesucristo se levanta como la fuente última de motivación y nos da la llave que abre las puertas de la motivación espiritual y práctica.
Viktor Frankl, fundador de la Logoterapia, pasó tres años de su vida en campos de concentración nazi, sus padres, su esposa y su hermano murieron allí. En la prisión, su lucha era ayudar a los demás a morir con la frente en alto, con dignidad. Esta experiencia dolorosa, le permitió constatar que el ser humano tiene la capacidad de encontrar un significado, un sentido en cualquier circunstancia de la vida. El ser humano puede tener la motivación necesaria para avanzar a pesar del sufrimiento y de las experiencias dolorosas que la vida le depare. Cada persona puede decidir qué será de él, ser dueño de su propio destino.
En el modelo de Jesús, estamos inmersos en su propósito de gracia. Su amor es universal, se presentó como el salvador del mundo y murió por todos. Mantuvo la motivación encaminada a su propósito divino de redimir al mundo para Dios. Todo lo que hizo y dijo fue parte del plan general. Esa fue la visión rectora de su vida, fue la norma de todos sus pasos, nunca perdió de vista su meta y mantuvo la motivación constante hacia ella.
Amados amigos lectores. Necesitamos encontrar maneras de motivarnos para convertirnos en las personas que Dios quiere que seamos. Las motivaciones están ligadas a nuestro propio sistema de valores, así que bien vale la pena preguntarnos: ¿Qué es lo que más valoro? ¿Qué puedo hacer para conseguirlo? Y puesto que siempre estaremos motivados hacia alguna dirección, recompongamos el rumbo y orientémonos hacia la forma que quiero que tenga mi vida. Asumamos el riesgo de ensayar nuevas ideas y métodos, en la creatividad nada está escrito aún.
Seamos responsables con aquellas cosas que Dios nos entregue, un día tendremos que dar cuentas. Y finalmente, confiemos en un Dios grande, para quien nada es imposible. Dios desea guiarnos y darnos la capacidad de hacer elecciones correctas en la vida para alcanzar aquello que creemos y anhelamos de tal manera que traigamos al corazón contentamiento.
¿Fracasaremos? Seguro que sí, pero solo temporalmente. Cometeremos errores, pero aprenderemos de los mismos. Con la motivación correcta mantendremos el rumbo y con la ayuda de Dios, haremos un viaje interminable de realización y logros. ¡Adelante!
Un fuerte abrazo en Cristo.

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