En el derecho como en casi todos los ambientes sociales se estructuran inquietudes que empiezan rústicamente hasta que toman la forma adecuada y terminan siendo propuestas serias que buscan la solución de dificultades.
En ese inventario de problemas se encuentra el de más peso y es el de la complejidad del ordenamiento jurídico nacional y su posible simplificación. Algo debía y debe hacerse por eso el hallazgo que señalo enseguida fue una agradable sorpresa; y es así que hacía ratos no me topaba con un libro de derecho que enganchara mi atención y entusiasmo tan rápida y claramente y cuando decidí adquirirlo me atrajo no solo su título, que señala un contenido retador y novedoso: “La modernización del derecho privado en Colombia”.
Y es no solo una lúcida propuesta sino un desesperado grito de auxilio que brotara de las profundidades de lo que el mismo autor señala como el “desorden iuris” fruto del “amontonamiento” de las normas del derecho privado y de todas las del ordenamiento jurídico nacional y es por eso que lo propuesto frente al derecho privado, bien debiera extenderse al universo jurídico incluido el de la Constitución Nacional.
Nuestro derecho privado, civil, la madre de todas las madres, es derivación; casi copia, del que en la antigüedad ejercían los ciudadanos de Roma y por eso terminó siendo conocido como “derecho romano” y luego “romano-germánico” que adoptaron innumerables naciones del mundo occidental y que a nosotros llegó de los ancestros del Código Napoleónico, vía Código de Bello, implantado en Venezuela por Andrés Bello, luego en Chile para aterrizar entre nosotros, prohijado por la ley 57 de 1887.
Libro sabio, casi intocable, muestra como pocas de la racionalidad y sabidurías humana, pero que para poder sobrevivir como la base fundamental de todo un sistema necesita ser sometido no a reformas de esas que no son nada sino a procurarle mecanismos para que siga ejerciendo de sol dentro un sistema solar hoy algo alterado y confuso.
La iniciativa del exmagistrado y exdecano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Carlos Ignacio Jaramillo, es clara en cuanto al respeto merecido por el Código Civil, pero lo es también el acometimiento de una acción que modifique lo modificable y fundamentalmente haga del derecho privado un ordenamiento sistemático y coherente y salirnos de esa verdadera colcha de retazos que es no solo nuestra legislación civil y en general el resto del sistema.
Es que en esos edificios normativos cual capas de pinturas, por la necesidad de renovar una tapa a la otra y la última cubre el resto dificultando la correcta búsqueda inductiva-deductiva o, simplemente por los efectos del hacinamiento se toma lo que se tiene a la mano perdiéndose la fuerza histórica y lo más importante, la calidad del juicio.
Lo planteado por el magistrado Jaramillo, pensado para el derecho privado vale como planteamiento universal. Al oído del Ministro de Justicia.