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La minería en el futuro de Colombia y del Cesar

Cada día adquiere más importancia en la economía colombiana el sector de la minería. No sólo por su aporte al Producto Interno Bruto (PIB), al empleo, a las exportaciones y otros indicadores, sino por el costo de oportunidad que tiene el mismo para el desarrollo económico y social del país.
Sin embargo, a pesar de esa sorpresiva y apabullante realidad, la verdad monda y lironda es que al país, en general, lo tomó por sorpresa el crecimiento del sector y – ahora- en medio de esa situación exótica, todo el mundo está tratando de asumir su rol y organizarse, para que esta oportunidad única no se desperdicie y – por el contrario- la explotación minera sirva para apuntalar de manera sustancial el desarrollo del país a mediano y largo plazo, y mejorar el bienestar de buena parte de la población.
En efecto,  Colombia, como Nación, aún no ha tomado plena conciencia de lo que significa ser un país minero. Y aunque todavía no pertenece a las grandes ligas de este negocio, a pesar de producción de petróleo, carbón y oro, entre otros minerales, lo cierto es que este sector de la economía, en el mediano y largo plazo, tendrá para el país la misma o más importancia que la producción de café.
Y los departamentos del Cesar y la Guajira, ya están jugando un papel determinante en el desarrollo del sector minero del país, de una u otra manera. De allí la importancia que tiene la realización en Valledupar del IV Encuentro Internacional de Minería del Carbón y Primer Foro Socio Ambiental “Minería Sustentable como Factor de Desarrollo”, realizado el jueves y viernes de la presente semana en el auditorio principal de la Fundación Universitaria del Área Andina.
En primer lugar, por la pedagogía y la divulgación que implica el evento en sí, como también por el reconocimiento que este tiene para posicionar a Valledupar, y al Cesar, como ciudad y departamento minero en Colombia. El caso del hermano departamento de la Guajira es capítulo aparte, y hace rato que se ganó su posición en la minería nacional con la explotación de sal y luego con la de carbón, en el Cerrejón.
Aparte de la explotación de petróleo, en la cual el país tiene una tradición de varias décadas, en el caso del carbón apenas estamos haciendo el curso, igual que en otros minerales incluyendo el oro.
Por ejemplo, se estima que las exportaciones de carbón que en 2010 alcanzaron los 74,4 millones de toneladas, lleguen a 124 millones en 2014. Hoy Colombia es el cuarto  exportador y el décimo país productor; por debajo de Australia, Sudáfrica e Indonesia.
De allí la importancia y la trascendencia que tiene para el sector y la economía nacional en su conjunto, el nacimiento de una organización gremial como Minería a Gran Escala, cuya dirección ejecutiva está a cargo de una dinámica profesional como es Claudia Jiménez Trujillo, quien habló en el Encuentro sobre la Responsabilidad Ambiental, pero que está desarrollando una tarea muy amplia e importante de ponerle al país los puntos sobre las íes, como se dice popularmente, al tema de la explotación minera.
Colombia requiere conocer bien del tema minero, como hoy conoce del cafetero; para identificar bien sus problemas, las restricciones, los retos y  las posibilidades  que tiene esta industria. Hay que tener claro, por ejemplo, que hay minería ilegal y legal, formal e informal, y la hay también pequeña, artesanal, mediana y grande.
La explotación minera es necesaria para el desarrollo económico del país, nadie puede dudar de eso; pero esa explotación minera se debe realizar de manera ordenada, bien regulada, con responsabilidad ambiental y responsabilidad social, y en este último tema es esencial la inclusión de las comunidades.
El reto, en ese orden de ideas, está en desarrollar una alianza clara y de mediano y largo plazo, entre los sectores privado y público para que esa explotación sea provechosa para el país, y particularmente para las poblaciones y regiones productoras. Y además estructurar unas políticas públicas serias, para que el negocio sea un buen negocio para todos: los empresarios, los trabajadores, el Estado y las mismas comunidades. Esa gran alianza y esas políticas públicas, dependen de todos: estado, empresa privada, comunidades y sociedad civil.
El futuro de Colombia, y de departamentos como el Cesar y la Guajira, entre otros, está marcado por la explotación minera; hacerlo bien, de manera ordenada y provechosa, depende de todos los sectores antes señalados.
En este sentido, resultan muy provechosos  para el país, el Cesar y Valledupar, eventos como el antes mencionado, que poco a poco construyen una masa crítica sobre el tema y ayuda a mejorar el debate y el manejo del sector.  Felicitaciones a sus organizadores y participantes, y ojalá del mismo surjan conclusiones para construir mejores políticas públicas, que sean unos buenos rieles para esta locomotora que tiene un trayecto largo por recorrer.

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