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La milla extra

“A cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos”. San Mateo 5,41

Estaremos de acuerdo en que, todos soñamos con ser parte de un equipo ganador. A nadie le gusta perder. No nos gusta vivir vidas planas, mediocres y sin sentido. La pregunta del millón es: ¿Cómo podemos ser parte de cosas extraordinarias? ¿Cuál es la diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario?

La palabra “extra” hace la diferencia. Si tomamos una vida ordinaria y hacemos algo extra, la convertiremos en extraordinaria. El valor agregado está en el esfuerzo extra que hagamos para lograr algo. Nos hemos acostumbrado a la mediocridad, a pasar raspando, a la aritmética que nos permite estar dentro del rango de la media, o promedio simple.

Estoy convencido que, es posible vivir con excelencia; se requiere hacer algo más de lo normal, un esfuerzo superior. Tomar decisiones que nos conduzcan a salir de lo común y corriente hacia lo extraordinario. Es ese pequeño esfuerzo de llegar más temprano, salir más tarde, ser diligente y disciplinado, no hacer solamente lo que nos piden, sino algo más, lo que yo llamo “la milla extra”.

Jesús estableció todo un programa para caminar la milla extra cuando enseñó acerca de la importancia del cambio. “Oísteis que fue dicho… pero yo os digo”. El programa implicaba que había que pensar de otra manera. Se hace necesario desaprender para aprender de nuevo. La verdadera lucha está entre lo tradicional frente a lo nuevo que debemos comenzar a hacer. Las leyes del aprendizaje reconocen que, cuando hemos aprendido algo, se requiere un mayor esfuerzo volver a aprender para hacerlo mejor.

Así, pues, el “Yo les digo” de Jesús, introduce un nuevo estándar de vida, resumido magistralmente con el ejemplo de caminar la milla extra. Recordemos que Israel estaba bajo el dominio del imperio romano. Una milla era contada por mil pasos. La ley romana establecía que cuando un soldado romano en campaña marchaba con su morral al hombro y se sentía cansado, podía obligar a cualquier civil a llevar su carga hasta por una milla o mil pasos. Al final de la milla, la persona quedaba exenta y podía volver a sus actividades normales. Entretanto, el soldado había descansado del peso de su carga y podía retomar la marcha más aliviado.

Amados amigos, el punto es este: si queremos vivir vidas extraordinarias, debemos estar dispuestos a caminar la milla extra. A salir de lo corriente, ordinario y natural para entrar en lo extraordinario y sobrenatural. Si esperamos que Dios haga algo nuevo en nuestras vidas, debemos estar dispuestos a hacer algo nuevo en nosotros. No podemos hacer lo ordinario y esperar resultados extraordinarios. Si queremos resultados extraordinarios, debemos agregar la dosis del “extra” y caminar la milla extra.

Todos los grandes hombres de la Biblia y de la historia, hicieron más de lo esperado. Salieron de los índices de la primera milla y caminaron la segunda milla. ¡Salgamos de la vida ordinaria y entremos a la vida extraordinaria que Dios compró para nosotros en la Cruz!
¡Feliz fin de semana!!

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