El Bronx, un tumor maligno que gracias a Dios fue extirpado, sabíamos que existía ante nuestra mirada indiferente, y al cual sin exagerar los organismos de seguridad calificaron como un verdadero infierno, tanto así que antes de partir al cinematográfico operativo, hubo una Eucaristía en donde se bendijo a los 2.500 hombres que participarían en la operación denominada Némesis (diosa griega del castigo y la venganza) y el Salmo 91 fue la oración con la que el Obispo castrense blindó a la tropa de valientes, pues se sabía la dimensión de ese inframundo y la capacidad de las huestes de maldad que allí moraban. El alcalde Mayor de Bogotá, Enrique Peñalosa, fue enfático al mencionar que lo realizado en el Bronx, donde había una población flotante de 3.500 personas aproximadamente en su mayoría habitantes de calle, no fue contra esta comunidad sino contra las bandas delincuenciales, que a larga son quienes explotan a los drogadictos.
“Este es un mensaje claro, mano dura contra los criminales. No es un operativo contra los habitantes de calle, es un operativo para proteger a los niños explotados”, expresó el mandatario en su momento. El Bronx es la punta de lanza de un cáncer que hizo metástasis en las principales ciudades del país, lastimosamente Valledupar no es la excepción, aquí tenemos la tenebrosa Macarena, ubicada en la margen derecha del rio Guatapurí, en donde no se puede entrar pues al igual que ocurría en el Bronx, existen apostados en las esquinas de las distintas entradas, los equivalentes a los peligrosos “sayayines” que no son más que unos delincuentes que ejercen labor de vigilantes y están encargados de proteger por todos los flancos el ingreso a estos centros de perdición, allí el que entra sin permiso y con pinta de informante, lo más probable es que más nunca salga, o al menos su susto se lo lleva.
También se han escuchado historias (incluso antes de la toma del Bronx) que dan cuenta de las casas cercanas a La Macarena, en las que realizan fiestas a las cuales asisten menores de edad, en las que todo se vale, consumo de drogas y sexo desenfrenado, se ha hablado de las “tardeadas” que no son más que unas fiestas organizadas por bandas criminales para inducir a adolescentes a la prostitución y a la drogadicción, y así aumentar su clientela y ganancias. Guardando las proporciones y sin estar “empeliculado” (como me tildó un amigo tratando de desestimarme, cuando le toqué el tema de esta sucursal del Bronx) La Macarena es un mini-Bronx, tiene características muy similares, las autoridades saben dónde queda, pero no se atreven a entrar, pues para hacerlo necesitan hacer un operativo especial, de modo de no ser delatados, en su perímetro y alrededores, hay droga, delincuencia, vicio y prostitución.
Les hago la sugerencia que algún día practiquen un ejercicio, y es parquearse en los alrededores de la plaza Alfonso López, específicamente por las cercanías del Callejón de la Estrella, para que comprueben con sus propios ojos que parte de lo que ocurría en el Bronx, allí también se está comenzando a ver, obviamente a menor escala, pero ahí mismo en las aceras, están los indigentes tomando “churro”, aspirando pegante, o en las tiendas jugando maquinitas tragamonedas o bazuco electrónico como las llaman, por la fuerte adicción que producen, de ahí para allá, cruzan la carrera cuarta con lo conseguido mendigando o con lo que logran robarse y bajan a las entradas a las ollas, a las puertas del mismo infierno a buscar sus dosis.