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La metáfora de Jonás

BITÁCORA

Por: Oscar Ariza Daza

La Biblia es uno de esos libros que además de su carácter sagrado, político, histórico y legislativo impone una manera didáctica de formar en la fe cristiana, en la que la creatividad, a través de la palabra, se eleva a su máxima expresión.

Es aquí donde la literatura que se hace esplendorosa desde el Génesis hasta el Apocalipsis a través de cuentos, poemas, parábolas o narraciones perfectas ayuda a entender el maravilloso mundo que allí se teje, haciendo que muchas de los relatos que se cuentan, parezcan más producto de la aventura de la imaginación que de la historia del pueblo de Dios. En todo caso, ficción y realidad necesitan trabajar de la mano para construir el más bello mensaje de superación a través de la fe y la palabra como arma poderosa, para ahondar en el espíritu a través de la fruición que produce leer textos como el libro de Jonás, en el que  la metáfora establece una relación de identidad entre la realidad y la ficción.
Maravillosa es la historia de Jonás, un profeta que pese a su vocación de fe, termina dominado por sus pasiones humanas hasta el punto que trata de huir ante la orden que Dios le ha dado de ir a profetizar  a Nínive y anunciarles que debían arrepentirse para evitar su destrucción. Jonás se negaba a ir a tal encargo porque  sentía resentimiento y dolor hacia el pueblo de Asiria que había causado tanto daño al pueblo de Israel del que hacía parte. Para él era inaceptable que tuviera que beneficiar a quien le había causado tanto daño.

Así las cosas, Jonás toma un rumbo diferente al que Dios le había ordenado y se embarca como pasajero hacia Tarsis para evadir su responsabilidad. Una vez a bordo del  barco, producto de su desobediencia enfrenta una gran tempestad que pone en peligro a toda la tripulación que  clamaba a sus dioses para que aplacaran la tormenta, mientras él dormía en una de las bodegas de donde fue descubierto y  obligado a reconocer que por su indisciplina todos estaban en riesgo de morir. Ante los reproches de los demás pasajeros, Jonás pidió ser lanzado al mar para que se aplacara la tormenta y en efecto todo volvió a su normalidad una vez que fue expulsado del barco.

Ya en el mar, toma fuerza el relato que apela a la desmesura para mostrar las consecuencias de aquellos que tratan de emprender tareas por sí solos, sin la protección de Dios. Es así como se estructura la maravillosa narración de cómo un gran pez se traga a Jonás y lo mantiene dentro de su estómago durante tres días hasta cuando el afectado clamó a Dios, arrepintiéndose de su desobediencia y fue vomitado por el animal. Narraciones como la de Jonás ponen de manifiesto la riqueza creativa de la Biblia que apela a múltiples recursos del lenguaje y al poder creativo de la palabra para hacerse más entendible.

El mérito de Jonás no es tanto que haya podido superar a la muerte,  -que por más esfuerzo que haga por extender su dominio mediante fatalidades, terremotos, inundaciones, cataclismos, termina por ser derrotada por la vida que insiste a diario en florecer a pesar de la adversidad- sino su posibilidad de trabajar a favor de sus detractores, para salvarlos del castigo de la muerte; la verdadera medida del amor en la que en muchos libros y capítulos de las sagradas escrituras se insiste como un homenaje a la vida, como la posibilidad de revelar a Dios más allá de un ser implacable, para percibirlo como un ser extraordinario, quien reconoce que a través de la palabra se seduce, amansa, alaba, se implora perdón, se reconcilia, se perdona y cambia.

Es Jonás la metáfora de la corrección, es el mejor mensaje para entender que por efecto de nuestra irresponsabilidad ponemos en peligro a los demás y terminamos equivocándonos, ofendiendo a  amigos, a nuestra pareja, a quienes tanto hemos profesado amor,  pero también nos queda como recurso máximo la palabra para pedir perdón, para dar más amor y para poner nuestra capacidad creativa en la oración que se fortalece en la medida que usamos la misma palabra como el arma más poderosa para homenajear la vida y la fe en que todo puede cambiar, dándole siempre la gloria y la honra a ese ser superior que nos enseña desde la Biblia que cielo y tierra pasarán, más su palabra no pasará.

arizadaza@hotmail.com

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