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La Menorá

“Yo soy la luz del mundo…” San Juan 8,12

La menorá era un candelero de siete brazos con siete lámparas cuya función era iluminar el lugar santo del Tabernáculo y posteriormente del Templo.

De las cosas hermosas que se puede leer del libro del apocalipsis, es la imagen fresca y distinta que presenta de Jesús. Su primera frase presenta el tema del libro: La revelación de Jesucristo. Y esa revelación presenta a un Jesús victorioso y vencedor que la tumba no pudo retener, que venció la muerte y está sentado a la diestra de Dios esperando que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.

Nos hemos quedado con la imagen mental de un Cristo sufriente, colgado en una cruz; pero en Apocalipsis se muestra diferente, ya no como el cordero de Dios, sino como el león de la tribu de Judá, la raíz de David, quien ha vencido y se convierte en Rey de reyes y Señor de señores.

Juan, el apóstol, vio a Jesús por ultima vez cuando fue llevado arriba en una nube, pero ahora lo ve con todo el esplendor de su gloria y majestad en medio de siete candeleros de oro; los candeleros de oro representan las iglesias del apocalipsis. Dicho de otro modo, Jesús vencedor está y se mueve en medio de su iglesia. Por otro lado, si cada iglesia es un candelero, entonces también la iglesia está llamada a brillar en medio de un mundo de oscuridad.

Caros amigos, si la función del candelero es dar luz, cada iglesia hoy día tiene el deber de resplandecer en un mundo lleno de tinieblas. Algunas están llamadas a iluminar más que otras en función de su vocación y servicio, pero todas deben resplandecer.

Se debe tener en cuenta que quien ilumina es Jesús en medio de los suyos. La razón de existir de la iglesia no es arrojar luz sobre su pastor ni sobre sus ministerios sino sobre Jesús. Un buen ejemplo es cuando Pedro y Juan subían al Templo y un pordiosero en la puerta la Hermosa les pidió dinero, a lo que ellos respondieron: ¡No tenemos plata ni oro, pero de lo que tenemos te damos, en el nombre de Jesús levántate y anda!

La Menorá debía estar encendida todo el tiempo, así la luz de Jesús debe iluminar nuestras vidas todo el tiempo. En aquellos momentos de oscuridad y decepción es cuando más necesitamos de la luz que ordene nuestro camino.

En ocasiones nos sentimos cansados, donde antes había una llama, ahora solo existe un pabilo humeante. Los golpes de la vida, el cansancio del trabajo, la incomprensión de la gente, pueden apagar la llama de nuestra existencia.

La función primordial de la iglesia es iluminar y mostrar el camino. La enseñanza es sencilla: La iglesia es un candelero, el mundo está en sumido en oscuridad total, así que, tenemos la oportunidad de hacer brillar la luz de Jesús en un mundo oscuro.

Seamos luz en la casa, en el trabajo, en los negocios, en la iglesia local y alcancemos a un mundo herido por la oscuridad que necesita iluminación sobre el camino que debe seguir.

Una lámpara no se esconde debajo de la mesa sino se coloca encima para que ilumine. Levantémonos y dejemos que la luz de Jesús que está en nuestros corazones ilumine el mundo en crisis en el que nos ha tocado vivir.

Un fuerte abrazo y a alumbrar.

Categories: Columnista
Tags: La Menorá
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