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La mal llamada justicia por mano propia y consecuencias

Siempre vendrán en las redes sociales videos de linchamiento a presuntos delincuentes en Valledupar, como en el resto del país. Es una práctica que se intensifica en las calles pues persiste la creencia de que en mano de la gente está la justicia verdadera.

Complejo y vamos por partes: primero, no es justicia retener a un presunto delincuente y agredirlo, o matarlo, porque aunque el artículo 302 del Código Penal dice que “cualquier persona podrá capturar a quien sea sorprendido en flagrancia”, es claro que la violencia física determina la ilegalidad de la captura, pues se viola un derecho al aprehendido. Por estos hechos, con frecuencia, se “caen” capturas en los estrados judiciales.

Segundo, aunque los ciudadanos pueden forcejear con un infractor hasta someterlo, si consideran que hacen mucho al lacerarlo deben saber que allí se configura un delito de su parte, tal vez varios: lesiones personales, homicidio agravado (si hay material de prueba), tentativa de homicidio, daño en bien ajeno ( ejemplo la quema de una moto), obstrucción a la justicia (cuando intenta evitar que los agentes se lo lleven), y ataque a servidor público, si es que se agrede a un policía para evitar una captura.

Ni hablar de los que, sin haber estado en el lugar y sin conocer los hechos, agreden con furia a presuntos asaltantes. Grave, el linchamiento. En medio de la furia de la masa, solo basta con que alguien grite: ¡Ese es!, para que una vida quede en manos del salvajismo.

Existen casos, documentados y divulgados por los medios, de errores que han terminado en horribles muertes en las calles.

Aunque no lo parezca, aquí hay ejemplos de justicia aunque la rama judicial no tenga la mejor de las percepciones ciudadanas. Tenemos una de las cárceles más hacinadas del país. En abril se reportaban 946 internos en la Judicial: 606 sindicados y 340 condenados.

Las capturas son diarias y de eso es testigo EL PILÓN, aunque persiste la violación de prisión domiciliaria por la poca capacidad del Inpec para supervisar el cumplimiento de esas medidas. Con todo, aunque nunca es buen momento para delinquir, este es uno de los peores pues las cárceles no tienen garantías de derechos humanos y la facultad rehabilitadora de los centros de reclusión es poca.

Y en fin cuando el acto se ha consumado, los investigadores judiciales tienen una tarea aun mayor y es la de establecer, entre el alboroto, los cómos y porqués de los hechos. Es posible que las víctimas directas no tengan justicia.

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