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La magia de la música

Como lengua universal de la humanidad y a la vez vehículo de comunicación social son múltiples los beneficios que se le atribuyen a la música, medicamento gratis, que al igual que una sonrisa te puede sanar desde una gripa hasta la más cruenta pena del alma.

Como arte mayor descubre la literatura y se convierte en un bálsamo para conciliar el espíritu y apaciguar los ánimos. Es lo que crea mayor identidad en el ser humano.

Desde tiempos inmemoriales las manifestaciones literarias de tipo oral y popular iban acompañadas de melodía; no en vano la palabra lírica proviene del término lira, que era el instrumento que acompañaba el recinto de poemas.

A lo largo del tiempo la música ha recurrido con frecuencia a la palabra, inclusive, muchos autores cultos han imitado en sus composiciones poéticas la letra de las canciones populares, como la de los campesinos que cantaban durante las tareas agrícolas. Así lo hizo Lope de Vega, en el siglo 17.

Hay un género literario que, por su naturaleza de espectáculo, apela con frecuencia a la música: el teatro. Dado que el texto teatral está concebido para ser representado, en muchas piezas han influido fragmentos musicales que lo dotan de gran expresividad.

Aunque aún falta mayor literatura científica, no se desconoce el valor de la musicoterapia en el tratamiento de las enfermedades.

En el antiguo testamento hay evidencias bíblicas que subrayan la importancia del arpa de David en el estado emocional del rey Saúl, consciente de que el ímpetu de la ira no se enseñorea de la razón, que siempre enceguecía al guía de los israelíes.

Xenophón, militar, filósofo e historiador de la antigua Grecia, definía la alabanza como el más dulce de todos los sonidos, lugar opuesto a la ira, o locura breve en la que el ser humano pierde los estribos, por eso lo único mejor que la música es hablar sobre música, tema predilecto del Nobel de la literatura Gabriel García Márquez, en las tertulias con sus amigos más cercanos.

Y ante semejante desmadre, hay quienes prefieren padecer el síndrome del avestruz y enterrar la cabeza en la tierra para desentenderse de temas que desagradan y desafían la estabilidad personal, la tranquilidad y la comodidad, como los problemas sociales, la crisis económica, la violencia, la corrupción, el conflicto armado, la intolerancia, la negación de la ciencia, el menoscabo de la democracia, la desigualdad, la polarización, el extremismo, el racismo, el cambio climático y la pérdida de derechos humanos.

Ignorance is bliss, traducida al español: “En la ignorancia está la felicidad”. Saber demasiadas cosas nos condenan a una vida de desgracias. ¡Ojos que no ven, corazón que no siente!, pero mas efectiva es la música como paliativo del caos que nos gobierna.

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Miguel Aroca Yepez: