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LA LÓGICA

“… No podemos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros”. Números 13,31
Entendemos la lógica como esa disposición natural para pensar en forma coherente, ese modo de pensar y actuar sensato, de sentido común. Hoy quiero que reflexionemos acerca de lo ilógico que muchas veces nos parece la lógica de Dios.

El contexto es la misión de los doce espías a explorar la tierra de Canaán. El problema tuvo su origen en que los espías escogidos, uno de cada una de las tribus paternas de Israel, todos ellos príncipes, no prestaron atención a las instrucciones que Dios les había dado. Sus clarísimas instrucciones fueron reconocer la tierra: Observar cómo era la tierra y si el pueblo que la habitaba era fuerte o débil, escaso o numeroso; cómo era la tierra habitada, si era buena o mala; cómo eran las ciudades habitadas, si eran campamentos o plazas fortificadas y cómo era el terreno, si era fértil o estéril, y si en él había árboles o no.

La función de estos hombres no fue, en ningún momento, evaluar si la conquista de la tierra era factible. Solamente debían reconocer la tierra y llevar de vuelta los frutos del país. Se da por descontado que ya Dios les había dicho que sería él quien les daría esa tierra como herencia prometida a sus padres.

Me atrevo a pensar que el propósito de la misión de reconocimiento era, animar el corazón de la gente con el informe de las maravillas de esa tierra, donde fluía leche y miel. Por no haber entendido el propósito de su misión, los enviados creyeron que Dios les había dado autoridad para decidir si la misión era viable o no y lo plasmaron en su negativo informe. Este error le costó a toda una generación la entrada a esa tierra prometida, por lo cual tuvieron que vagar por el desierto durante cuarenta años, hasta que toda esa generación incrédula pereció.

El informe de resultados se asemeja con los tiempos modernos, en los que el enemigo de nuestras almas coloca los mismos argumentos justificativos, llenos de explicaciones, cuando nos sentimos con el derecho de contradecir los propósitos de Dios. En resumen, consiste en apelar a la mente del ser humano, presentando argumentos lógicos, bien elaborados, estadísticamente soportados y cuidadosamente fundamentados, para hacer que desistamos de lo que Dios nos pide que hagamos.

Cuando Dios llamó a Moisés, este presentó varios argumentos, todos válidos y reales, para tratar de convencer al Señor de que esa era una mala idea, que había cometido un error al escogerlo porque nadie le creería, puesto que era una persona insignificante y tartamuda. Cuando Dios llamó a Gedeón, este también argumentó que era pobre y el menor de la casa de su padre. Cuando Saúl, vio la disposición de David para ir a pelear contra Goliat, lo tuvo en menos porque era joven, sin experiencia de la guerra y sin entrenamiento militar, lo cual también era verdad.

Amados amigos: En muchos casos, la lógica está del lado de la persona que discute o negocia con Dios. Pero, el asunto es que la vida espiritual no se basa en la lógica, sino en la fe. Muchas veces, la lógica de Dios nos parece absurda e ilógica. Casi siempre, la lógica humana se convierte en un estorbo para los que quieren avanzar en las cosas de la fe. Dios no se guía por la lógica humana, él no escoge lo que nosotros escogeríamos ni hace las cosas como nosotros las haríamos.

No hay nada de malo en razonar y usar la mente renovada para discernir las cosas, pero a la hora de seguir al Señor, no son nuestros argumentos los que deben regir nuestros pasos, sino la convicción absoluta de que Dios es soberano y digno de confianza. Dios tiene el control de todas las cosas, aunque algunas nos parezcan ilógicas.

Con el broquel de la fe, sigamos construyendo sobre la palabra de Dios y avanzando en sus proyectos y propósitos de amor para con nosotros. Vivamos más por obediencia y confianza que por lógica y razonamiento. El obedecer es mejor que los sacrificios… Porque por fe andamos, no por vista.
Un abrazo y muchas bendiciones en Cristo.

Valerio Mejía

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