Quien quiera hacer de su capa un sayo, y de su culo un pararrayos, es decisión de cada quien, en el libre desarrollo de su personalidad, pero fomentar como cultura universal el comportamiento de la comunidad LGBT es discutible, escenario en el que se debe obrar con respeto y sin estigmatización. Hacer de tu capa un sayo significa obrar alguien según su propio albedrío y con libertad en cosas o asuntos que a él sólo pertenecen o atañen.
“Si a los ciudadanos alemanes se les ha adoctrinado durante décadas con la idea de que el factor de fertilidad no se ve afectado por la propaganda LGBT y que los inmigrantes son necesarios para reponer la población, y si la gente lo cree ciegamente, bueno, ¿qué se puede hacer?”, señaló María Zajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia en entrevista para la revista Compact-Magazin.
La diplomática rusa hizo hincapié en el planteo del Estado europeo hacia sus ciudadanos, que explica que un niño puede ser una niña y, después de un par de años, determinará su género. En este contexto, Zajárova preguntó: “Si esta es la política que se sigue, ¿se dan cuenta a dónde conducirá si no se detiene en unos años? ¿Se dan cuenta de la locura que es?”.
La vocera explicó que, por un lado, la política del país está dirigida hacia la disminución de la propia población alemana a través de programas como ‘child free’ que patrocinan matrimonios del mismo sexo, obviamente improductivos en términos de fertilidad, con la reasignación de género, que hace imposible que una persona se convierta en madre de forma natural. Por otro lado, según María Zajárova, es increíble, al mismo tiempo, decir que hay que acoger más inmigrantes “porque el país se está muriendo”.
Otra cosa muy diferente es el papel que asumen quienes procuran detener el crecimiento de la población con el argumento de que los recursos de la tierra no alcanzan para alimentar a la humanidad, igual sería desconocer la incidencia del petróleo y el gas como hidrocarburos fósiles, o el carbón, como hidrocarburo sólido, en el cambio climático.
Hombres abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío, lo que reprueba la Santa Biblia en Romanos 1:26 y toda la Escritura que es inspirada por Dios y útil para enseñar, reprender, corregir, redargüir e instruir en justicia, al tenor de Timoteo 2 versículo 3:16, lo que explica el impacto mundial en ventas del libro de la sabiduría.
Aludir a un miembro de la comunidad LGBT, conlleva denuncias por discriminación y homofobia, de la que no escapó el Papa Francisco por reprobar la mariquería, ¿pero que le espera a un simple mortal, sin la influencia del Vaticano? Se expone a la apertura de un proceso penal o disciplinario por instrumentalizar el género humano, no obstante a que el sexo lo determina es el órgano genital.
El tema suscita encendidos debates en lo que una corriente minoritaria quiere imponer como política pública y cultura universal en contraposición al gran consenso de países que la rechaza, pese a la macartización que ejerce el movimiento LGTB, que parece evocar a Joseph Raymond McCarthy, senador estadounidense por el estado de Wisconsin desde 1947 a 1957.
Y como la historia hay que recordarla para que no se repita, tal y como lo describe George Santayana, durante sus diez años en el Senado, McCarthy y su equipo se hicieron famosos por perseguir personas en el gobierno de los Estados Unidos y otros sospechosos de ser agentes soviéticos o simpatizantes del comunismo, infiltrados en la administración pública o el ejército, estigmatización que ya es inherente en el imaginario colectivo, un concepto de las Ciencias Sociales acuñado por Edgar Morin en 1960.
Por: Miguel Aroca Yepes.