Por Luis Augusto González Pimienta
Aunque imperfecta, la democracia es la forma de gobierno que mejor se adapta al carácter de nuestra colectividad. Ocurre sí, que lo que nace bueno nos empeñamos en descomponerlo, comenzando por darle matices hasta llegar al desbarrancadero de que habla Fernando Vallejo.
Creíamos superada la etapa en la que la conformación de una lista a cuerpos colegiados se hacía por medio del bolígrafo que manejaban desde Bogotá, en tiempos del Frente Nacional. Pues no. Subsiste el bolígrafo, ahora en manos de un paisa de carriel. La omnímoda personalidad del expresidente Uribe determinó quiénes y en qué lugar harán parte de la lista al Senado del movimiento Centro Democrático.
Los nombres que dio a conocer no colman las expectativas creadas. Algunos por antecedentes no muy claros y los más, por su condición de candidatos sin votos.Así lo entendió el caudillo cuando resolvió encabezar la lista para vigorizarla, pues de lo contrario no iría a ningún lado.
Se impone una digresión. Uribe ha hecho hasta lo imposible para debilitar su bien ganado prestigio. Ha cazado peleas innecesarias con todo el que se atreve a criticar su largo mandato, no obstante la tozuda evidencia de que muchos de sus colaboradores están tras las rejas o tienen procesos penales o disciplinarios en su contra. La conclusión a la que llega cualquier neófito en política tiene dos puntas: o Uribe no se dio cuenta, por estar embelesado en el poder absoluto que todo lo sabe y resuelve, o sí sabía lo que pasaba y confió imprudentemente en poder evitar sus consecuencias. En ninguno de los dos casos está exento de culpa.
Volviendo al asunto, la nómina de los escogidos daría margen para hacer sesudo análisis de sus calidades. No estoy llamado a hacerlo por la elemental razón de que en su mayoría los desconozco. Desde luego estoy enterado de que los comentarios “tuiteros” no les hacen favor.Importa poco, en verdad, el rebaño se precipitará a votar por el caporal que los manda con destreza.
Aunque no pierde ocasión para expresarse nadie sabe con certeza en qué está pensando Uribe. Es impenetrable, esotérico y de allí deviene su liderazgo. Se ignora si una vez elegido concurrirá cumplidamente al Senado, que para él se convertiría en foso de leones.No será presa fácil dado su beligerante temperamento y su esmerada preparación. Pero verá mellada la majestad del primer cargo de la República cuando algún insolente le falte al respeto, o cuando le cierren el micrófono para hacerlo inaudible. ¡Ah de zafarranchos que se armarán!
¿Aparte de votar al unísono, cómo lo auxiliarían en esas reyertas los elegidos de la lista?