Ati Quigua (@AtiQuigua) es una lideresa del pueblo indígena arhuaco. Con una larga hoja de vida, que incluye la formación como administradora pública, un magíster en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Externado de Colombia, y la Columbia University, N.Y, y doctorante en estudios políticos, logró elegirse por tercera vez en el Concejo de Bogotá para el periodo 2020-2023.
Ahora, luego de la III Convención Nacional fue propuesta como precandidata presidencial a la consulta de la coalición del Pacto Histórico, junto a la lideresa Wayuu Arelis Uriana y el senador del Pueblo Nasa Feliciano Valencia.
¿Por qué una aspiración presidencial de los pueblos indígenas?
Los pueblos indígenas tienen hoy el gran reto de defender el estado social de derecho que no ha sido un regalo ni una concepción de ningún gobierno, sino que se ha conquistado en la lucha social, en la movilización y en muchos años de aprendizajes, acumulados técnicos y de diplomacia política, los cuales nos hacen valorar de donde venimos, donde estamos y para dónde vamos.
Desde mi perspectiva una candidatura presidencial indígena es una oportunidad para reflexionar sobre la relación del Estado con la ciudadanía, que no puede reducirse a la imposición y represión, sino procurar el dialogo como base para la construcción de consensos.
Esto es la invitación para dar un paso de una democracia agonizante a una democracia vital, basada en los consensos que nos orienten a una gobernanza plural, razones que nos anima a continuar participando en la vida política de nuestro país.
¿Cuál es la agenda que proponen los pueblos indígenas?
Los pueblos indígenas proponemos una agenda vital en la cual prevalezca la dignidad humana en todas sus diversidades, entender las nuevas y diversas ciudadanías como sujetos de transformación social, y no simplemente como objeto de las políticas de Estado. Esto supone pasar de una mirada asistencialista del Estado a un Estado social de derecho.
En ese sentido, convocamos a un Pacto Nacional por el Buen Vivir, que tiene el objetivo de incorporar las expectativas y problemáticas de las regiones colombianas, basados en tres pilares fundamentales, los cuales son una economía, una democracia y una cultura vital, que busque transformar un país enfermo, desigual, no sustentable y sumido en una profunda violencia, todo en el marco de una construcción participativa de la ciudadanía.
En varias ocasiones, grupos indígenas han avalado políticos no indígenas…
En su momento, la ASI (Alianza Social Indígena), hoy Alianza Social Independiente, avaló a Sergio Fajardo para que fuera gobernador de Antioquia, quien terminó cometiendo una de las más grandes agresiones ambientales, como fue la construcción de la Hidroituango, una gran equivocación, teniendo en cuenta que un movimiento indígena debe ser coherente con los principios de cuidado de la tierra.
Otro gran error ha sido el caso de Bogotá, donde también se avaló a Antanas Mockus, siendo este uno de los baluartes de la ética en aquel entonces, quien terminó promoviendo la gestión privada del agua en la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, que en otras palabras es reducir el valor del agua a una mercancía; grandes contradicciones que hoy en el marco de la coyuntura política es necesario corregir, ya que con metódico marketing publicitario siguen engañando al país presentándose como una alternativa verde que cuida el ambiente, y por ende la decisión de asumir una representación propia.
Hablando de poder, ¿cuáles serían los cambios en la forma de gobernar?
Venimos de la exclusión del espacio donde se toman las decisiones, como la mayoría de los ciudadanos marginados y golpeados por el abuso del poder. Los pueblos indígenas queremos ser escuchados y proponer una agenda que incluye a todo el país, por ello nuestra decisión de participar con una candidatura propia.
En el marco de las legítimas demandas de la protesta social y pacífica, y las desigualdades en todo el territorio nacional, convocamos a constituir una fuerza diversa, amorosa, mística, capaz de propiciar espacios de sanación colectiva del ser, el saber, el territorio y el poder. Es la invitación de caminar juntas y juntos los caminos de la interculturalidad.
¿Qué significa esto?
Esto supone superar el multiculturalismo, creación intelectual del neoliberalismo, que pretende articularnos al sistema, pero se niega a cambiar, a transformar, mientras que la interculturalidad nos invita a cambiar desde adentro, transformar las estructuras coloniales, las estructuras de una economía y política suicida, las estructuras del conocimiento, las estructuras del poder, esto significa un pacto para volver al origen, un pacto para el buen vivir, donde todas y todos somos vitales en construir la fuerza de la diversidad, desde abajo, desde la comunidad como fuente de autoridad de las principales decisiones del poder.
¿Cómo solucionar la crisis de representatividad en un país tan diverso?
Unirnos desde una democracia vital donde se reconozca la mayor riqueza de nuestro país que es la diversidad y cada expresión cultural, y como una conquista de la era global, nos convirtamos en ríos inatajables donde las distintas miradas sean valoradas y no motivo de polarización, y así proyectar la Colombia que soñamos en el gran consenso nacional que significó la Constitución Política de 1991, un horizonte transformador saludable, justo, sustentable y en paz.
Por: Redacción EL PILON