Con ocasión del Día Internacional de la Libertad de Prensa que se celebró el pasado domingo 3 de mayo recordamos que el diario EL PILON cumple este mes 10 años de haber adoptado sus políticas editoriales, bajo la dirección de Carlos Alberto Maestre; un año después creó su Consejo Editorial al que se incorporaron: Mary Daza, María Clara Quintero, Ana María Ferrer, Jacobo Solano y Carlos García Aragón.
Estamos en mora de reconformar el consejo, que tuvo cambios en su ejercicio, por el retiro práctico de Carlos César Silva, Mary Daza, y de revisar las políticas fijadas entonces, aunque el espíritu liberal, democrático y humanista del medio sigue siendo el mismo: un diario objetivo, que contrasta la noticia, imparcial, promotor de principios de libre empresa con función social, de progreso económico y social de la región, en especial de los sectores más desvalidos, libertad de prensa, democracia, buen y transparente gobierno, reconocimiento de nuestra cultura y valores propios, defensa de los derechos humanos, de la vida, de la paz y de la reconciliación.
Dijimos entonces que una de las tendencias relevantes que mostraría EL PILÓN sería el ejercicio de un periodismo más vigilante de la gestión gubernamental establecida en sus programas de desarrollo; de los planes estratégicos y de acción del sector productivo y de la academia, y que como vocero natural de la comunidad resaltaría lo bueno y lo malo de los actores que dinamizan las actividades sociales, económicas y políticas de la región.
Contra ese propósito se enfrentan los gobiernos autoritarios, silenciosos y ocultos. Ya sean del orden nacional o regional. Una descripción de ellos hizo el maestro Javier Darío Restrepo al citar un informe de la FLIP cuando adoptábamos hace 10 años nuestras políticas.
“Las ‘órdenes de silencio’, pues, existen, actúan y resultan a la postre más eficaces, aunque sean invisibles, que las de la censura abierta… Quienes han puesto los cimientos de la autocensura, sean gobiernos autoritarios, anunciantes sin escrúpulos, delincuentes o perpetradores de actos de terror, tienen como propósito ‘conducir a su antojo la vida de la sociedad”, ‘País lejano y silenciado’, (FLIP, 2010).
Lamentablemente el periodismo de la región ha convivido con la autocensura, censura y el silenciamiento, dejando a las comunidades sin más y sin mejor información como una consecuencia de lo que algunos autores han llamado la refundación del Estado y la sociedad. “Esa refundación no necesitaba de medios o periodistas objetivos o críticos, sino de voceros oficiales y divulgadores entusiastas”, según el informe La palabra y el silencio – violencia contra periodistas en Colombia (1977-2015) del Centro de Memoria Histórica (2015).
Es lo que denuncian los periodistas con respaldo de la FLIP a través del comunicado: “¿Por qué nos vigilan? Preguntas públicas al gobierno del presidente Iván Duque y al Ejército de Colombia”, a raíz del escándalo de perfilamiento de periodistas y personalidades nacionales y presuntas chuzadas recientemente expuestas por la Revista Semana.