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La leyenda que no se había contado en el cine

Marciano Martínez

Rosendo Romero

Leyenda viva es un documental que se traza una tarea titánica y polémica: contar en ciento diez minutos el origen y la evolución del folclor vallenato. El filme habla sobre los juglares, la aparición del cantante, la piquería, el Festival Vallenato, el machismo, la poesía que se desvanece a través de los años y los nuevos sonidos. Tiene una bella fotografía, una narrativa que oscila en el tiempo y unas anécdotas inolvidables. A continuación, una charla con Camilo Quiroz, el productor asociado y algunos de los artistas que protagonizan esta historia. 

CAMILO QUIROZ (PRODUCTOR ASOCIADO)

¿Cómo nació la idea de realizar este documental?

El proyecto nació, literalmente, de una correría vallenata. El director del documental, Martín Nova, me pidió que de cumpleaños lo ayudara a materializar un sueño: conocer esta tierra, visitar los lugares que frecuentaban los juglares vallenatos, vivir una parranda de las de antaño, inmersos en la naturaleza, sin celulares, sin sonido, escuchando de los propios compositores sus historias de vida, su manera de pensar y de expresarse, intimar en sus canciones.  Luego de una inolvidable travesía por la ruta de los juglares (Patillal, Atánquez, La Junta, San Juan, Villanueva, entre otros pueblos), luego de chapucearnos en los ríos Badillo y Candela, después de parrandear en los patios de algunos paisanos, degustando mucha comida criolla, nació la idea de este documental que terminará dándole la vuelta al mundo.  

¿Cómo fue la escogencia de los artistas vallenatos que participaron en el documental?

Como su nombre lo indica, quisimos convocar a todas las “leyendas vivas” del folclor vallenato y hacerlos protagonistas de esta historia, que fueran ellos, de primera mano, quienes nos contaran qué es el vallenato, cuáles fueron sus orígenes, cómo incursionaban allí las mujeres, cuál ha sido el rol de la violencia, el humor, la poesía, la naturaleza en este género musical. A lo largo del documental encontramos testimonios de juglares como Náfer Durán; historiadores como Beto Murgas, Julio Oñate Martínez y Tomas Darío Gutiérrez; de compositores como Gustavo Gutiérrez, Sergio Moya, Rosendo Romero, Rafael Manjarrez; de mujeres como Rita Fernández, Sandra Daza y Matildelina, la protagonista de la canción de Leandro; de intérpretes como Ivo Díaz, Carlos Vives y Fonseca. Tratamos de compilar cronológicamente la historia del folclor vallenato: pasado, presente y futuro. Muchos actores importantes no aparecen en el documental. Ciento diez minutos serán siempre insuficientes para abordar integralmente un género musical que representa no solo a una región, sino a todo el país. 

¿Cuál es el mensaje que quieren mandarle al pueblo colombiano con este filme?

Un mensaje claro y contundente: la cultura es el verdadero tesoro de Colombia, por lo que debe ser reconocida en el mundo entero. Si algo nos identifica y debemos portar como especie de cédula de ciudadanía es la música vallenata, porque nos pertenece y es patrimonio inmaterial de la humanidad. 

ROSENDO ROMERO

¿Qué opina de la manera como fue retratado el compositor vallenato en el documental?

Al compositor se le dio mucha importancia. Precisamente, el documental se basó en la opinión del creador, de quien hace la canción. Desde ese punto de vista nos dieron mucho valor. Se tuvo en cuenta la opinión de nosotros como autoridades de la música vallenata. 

¿Cuáles son los compositores más representativos de cada una de las generaciones?

Voy a mencionar entonces a los compositores visibles. Podemos hablar de una primera generación, a partir del siglo XX, que se guio por ‘Chico’ Bolaños, que creó el sistema de estrofa, coro y estribillo. Aparecieron como alumnos de él, entre otros, Emiliano Zuleta Baquero, Lorenzo Morales y Tobías Enrique Pumarejo, con quien comenzó el renglón de los compositores que no son juglares ni acordeonistas. La segunda generación estuvo representada por Rafael Escalona Martínez, Leandro Díaz, Armando Zabaleta, Luis Enrique Martínez y Alejo y Nafer Durán, que a veces no los nombran porque son juglares acordeonistas que tenían una categoría mucho más allá de los compositores. Posteriormente vino Gustavo Gutiérrez, Nicolás Maestre, Santander Durán, Sergio Moya Molina, Beto Murgas, Edilberto Daza, Octavio Daza y Freddy Molina, que prácticamente dependieron de lo que implementaron Rafael Escalona y Leandro Díaz. Ya después de eso surgió mi generación, que somos los compositores de los años setenta, la “era de oro” del vallenato, como digo yo, pues ahí aparecieron grandes agrupaciones como Los hermanos López, Los hermanos Zuleta y todas las demás que sirvieron de plataforma de lanzamiento para las nuevas figuras de la composición vallenata. Obviamente se me escapan muchos nombres en estos momentos, pero puedo mencionar a Marciano Martínez, Rafael Manjarrez, Luis Egurrola, Roberto Calderón, Chiche Maestre. Por último, apareció la llamada nueva ola con compositores desconectados de la tradición, que asumen el compromiso con sus tiempos cibernéticos, prácticamente con un estilo de vida mucho mas relajado, sus canciones reflejan mas un interés comercial que amor por el folclor. 

MARCIANO MARTÍNEZ 

¿Debió dársele en el documental más importancia a Diomedes Díaz, su cantante?

Clarooo. A mí me contaba Néstor Manuel Gutiérrez que la poesía y la música de Diomedes no era de los Maestre, sino de los Acosta, que eran los poetas de La Junta. Entonces una Acosta se emparentó con un Maestre y de ahí viene la vena musical de ‘El Cacique’. Eso faltó por contarlo en el documental.

¿La poesía en la música vallenata está muriendo con las nuevas generaciones?

No con toda la nueva generación. Yo conozco muchachos que componen muy bien, pero no les dan la oportunidad. Bueno, que ni ya a mí me dan la oportunidad de grabarme, imagínate. Los cantantes creen que basta con el mismo sonsonete que dura unos días a punta tú sabes de qué, pero después desaparece. Como me dijo Diomedes una vez: “El misterio de la música está en la variedad, uno tiene que grabar para todos los gustos”. Eso es de escuchar, se debe grabar vallenatos de todos los estilos, música buena hay y bastante.

RITA FERNÁNDEZ PADILLA

¿Le gusta la manera como fueron retratadas las artistas vallenatas en el documental?

En la película Leyenda viva a la mujer solo la muestran como musa inspiradora. Omitieron el aporte de la mujer como compositora, cantante e interprete del acordeón. Eso desde hace mucho rato que se viene dando en la música vallenata. 

¿Qué hace falta para superar el machismo de una vez por todas en el folclor vallenato?

Esa es una pregunta difícil de responder porque se trata de una cuestión cultural y ancestral que se ha recrudecido, pero las mujeres que tenemos personalidad y que nos gusta esto, que le tenemos amor, pasión, devoción, respeto al vallenato, seguimos aportando muy por encima de ese machismo. Lo importante ahora es aportar bien, lo que trascienda, lo positivo, lo grande, lo que se convierta en inmortal, en antología de nuestra música vallenata. Para mí nuestra música vallenata es venerable, admirable, es reconocimiento.  

¿Qué opina de artistas como Ana del Castillo y Karen Lizarazo?

Ana del Castillo tiene una voz excelente, con el color de su voz puede manejar de forma polifacética los géneros musicales. Por su parte, Karen Lizarazo también es una gran interprete, espectacular en tarima. Sería bueno que ellas aprovecharan la grandeza de su talento, su trascendencia, para interpretar también nuestras obras clásicas del vallenato y no solamente las canciones modernas. Sería muy lindo que ellas con esas voces privilegiadas también le hicieran honor al legado musical que tenemos.

TOMAS DARÍO GUTIÉRREZ

¿El documental es fiel a la verdadera historia de la música vallenata?

Claro que sí. No quiere decir eso que toda la historia de la música vallenata esté allí, pero si testimonios fidedignos de muchos de los hombres y mujeres que hemos vivido nuestra cultura. Sobre todo, que la hemos vivido produciendo, haciendo parte de ella. Eso nos hace testigos de gran valor. No solamente porque podamos emitir un concepto, sino porque podemos hablar de lo que hemos vivido, nadie puede comprender lo que no ha vivido, dicen los realistas críticos y hermenéuticos humanísticos, encabezados por Max Weber. Eso nos pasa a nosotros, ya que estamos hablando no solo de lo que hacemos, sino también de lo que hemos vivido desde que abrimos los ojos. Entonces el documental es altamente fidedigno.

¿Cree que el documental debió referirse a la relación de la música vallenata con el narcotráfico y el paramilitarismo?

No lo creo. Esos son dos fenómenos que permearon todas las esferas de la sociedad y entre ellas el vallenato, pero son cosas asquerosas que nos tocó vivir sin quererlo. El narcotráfico y el paramilitarismo nos hicieron víctimas y nos hicieron vivir la vergüenza. El narcotráfico es bastante universal y el paramilitarismo surgió como respuesta a las acciones desafortunadas y terroristas de la guerrilla, pero los narcotraficantes creo que fueron peores: mas ladrones, asesinos, degenerados y nos dañaron. Mancharon nuestras fuerzas armadas, mancharon nuestra sociedad. Nada de esto hay por qué mencionarlo cuando se habla sobre la música y la cultura vallenata. Son unas de las desgracias que nos tocó vivir, pero nada tiene que ver eso con la música vallenata. 

¿La música vallenata se encuentra en un estado crítico o, por el contrario, lo que hoy ocurre con ella hace parte de su proceso normal de evolución?

Creo que la música vallenata se encuentra en un estado de reflexión. Ha habido un fenómeno comercial que le ocasiona más daño a la música que cualquier otra cosa, incluso más que el propio narcotráfico, es el hecho de que la gente joven, por una falta de conciencia, ha dejado de producir lo cultural para generar una mercancía. No se les puede condenar ni decir que están haciendo algo malo, pues están trabajando, produciendo. El problema es que se ha convertido en la primera generación en mas de ciento cincuenta años que es desleal a nuestra identidad cultural musical. Mientras tanto, nosotros estamos como los corredores sobre las bases, esperando a ver qué va a pasar y seguros de que el vallenato, por eso, no dejará de ser vallenato. Yo tengo canciones que considero que están a la altura de las mejores, eso le pasa a Gustavo Gutiérrez, a Rosendo Romero y a otros, pero no las graban porque no están a la moda. Entonces no le está pasando nada malo al vallenato, es una etapa de reflexión. Esta cosa tiene que ser necesariamente transitoria.

REDACCIÓN/EL PILÓN

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