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La leyenda que dio pie a la voz de Jorge Oñate

Es Jorge Oñate el único cantante vallenato con leyenda propia.

La Paz, un pueblo del Cesar que guarda en sus calles historias pasadas llenas de tradición musical que muy fácil fueron transformadas en canciones, muchas, sin embargo, se convirtieron en leyendas, plasmando en la tradición popular anécdotas y situaciones pintorescas que aludieron a cuentos que se regaban de casa en casa de forma sorpresiva a cada uno de sus habitantes.
Sin duda, es un pueblo musical; el surgir de una de las dinastías más representativas del folclor vallenato así lo confirman. Los hermanos López marcaron un hito en la historia del vallenato y es precisamente en ellos donde se evidenció una voz prominente que fácilmente brilló en los cantos costumbristas de la época, no siendo un López.
Rápidamente su voz penetró los oídos de quienes empezaban a escuchar la música vallenata en acetatos, revolucionando la escena musical. Historiadores y conocedores del folclor vallenato no dudan en asegurar que su voz fue la primera voz que se conoció en el ámbito comercial vallenato.
Jorge Oñate se convirtió, sin duda, en una de las voces más importantes del género, y su incursión casi espontánea en la palestra musical vallenata, confirman la presencia de un aire musical inigualable en su tierra natal, su inolvidable y siempre querida La Paz, la misma en la que nació la leyenda que rápidamente lo inmortalizó jocosamente en la tierra vallenata.
Su portentosa voz dio a pie a que los pacíficos contaran a través de las generaciones la historia de que daba pie a la leyenda de la voz de Jorge Oñate asociada a una culebra. Lo que aún cuentan algunos de los más viejos personajes del municipio, refleja el tono juglaresco y macondiano propio de una tierra como La Paz cargada de innumerables historias.
Cuentan los viejos que en los años 50, un importante afluente regocijaba a los habitantes del pueblo con sus abundantes y cristalinas aguas. El Mocho era un caudaloso río en el que el ritual más sagrado era bañarse todas las mañanas para darle pie a un espacio de esparcimiento, juego y recreación en el convergían niños y adultos a la par.
El Río Mocho era también, como era normal en los tiempos de antes, que fuera el lugar donde las matronas del municipio desarrollaban largas jornadas de lavado de ropa en las que también se ponían al día con las noticias y últimos chismes que daban pie a que se extendiera la tediosa labor, que solo era apaciguada por las refrescantes aguas.
En esas mismas aguas, muchos empezaban a ver una intimidante serpiente de nombre Doroi que se pasaba frecuentemente por la importante fuente hídrica en muchas ocasiones intimidando a sus bañistas. Pero su característica no era propiamente intimidar, la Doroi se arrastraba por las orillas del Mocho mientras cantaba, ese, su canto, era un deleite para quienes se topaban con ella.
Delfina Oñate, una de las más populares matronas del pueblo, se paseó por el Mocho en varias ocasiones, en una de esas “preñada” de su primogénito Jorge. Desconociendo la presencia constante de la Doroi una tarde se encontró de frente con su canto bonito y fuerte y se dejó deleitar de forma sorpresiva.
Su primogénito sentiría ese intempestivo canto y de ahí vendría casi que por bendición la gesta de su timbre y el nacimiento de su voz. Los tímpanos de doña Delfina Oñate, estarían siempre sincronizados con ese canto bello y armónico de la Doroi, marcando los latidos que le transmitían la fuerza y la sonoridad de su canto a su bebé.
Sin embargo, aunque esa fue la leyenda que se contó para dar explicación a la prodigiosa voz del Jilguero de América, hay unos más realistas que lo asocian a la herencia musical que desde siempre existió en los Oñate.
La historia es que Juan Oñate, el abuelo de Jorge, también fue un hombre con una prodigiosa voz. Solista y una de las grandes voces del vallenato, frecuentaba la casa de Policarpa Yepes ‘La Pola’ al frente del mercado público de La Paz. Cuentan los señores de aquella época, que ahí se escuchaba cantar a Juan Oñate y que desde siempre, cuando su nieto empezó a cantar, era como si se estuviera escuchando a su abuelo.

 

No existiría duda entonces que los genes de Juan Oñate determinaron a su nieto como cantante, conservando su marcada voz y su destacable talento. Sea cual sea la razón o la explicación, Jorge Oñate es el único cantante Vallenato que conserva en su historia una leyenda propia que da sustento a su legado musical.

Es además uno de los exponentes vallenatos más importantes en la historia del género, y una de las voces más originales y auténticas nunca antes escuchadas. La Doroi y su abuelo, son sin dudas dos historias impregnadas en la esencia musical de Jorge; deleitar a los amantes del vallenatos con una voz fuerte e inigualable.

 

 

Por Antonio Peralta Nieto

 

 

 

Categories: Cultura
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