En la década de 1950, una joven de aproximadamente 25 años de edad, planchaba los uniformes de su hermano con una plancha de carbón en el corregimiento de La Peña, San Juan del Cesar, La Guajira. Todo era oscuridad debido a que para esa época no contaban con el servicio de energía eléctrica. Su trabajo lo hacía bajo la luz de las velas a altas horas de la noche.
Su hermano debía viajar al día siguiente en la madrugada a Valledupar para continuar con sus estudios de bachillerato en el Colegio Nacional Loperena, por lo que la jovencita para colaborarle a su madre decidió arreglar la ropa y hacerle la maleta mientras los demás miembros de su familia descansaban.
Pasos de caballo
Eran aproximadamente las 11 de la noche cuando la tranquilidad se esfumó y empezó a escuchar unos pasos de caballo. Pensando que se trataba de su esposo o un vecino que siempre acostumbraba comprarle tabaco a su madre, continuó planchando la ropa, pero con el pasar de los minutos el galope se hacía más intenso.
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Decidió asomarse al patio de su casa y verificar de quién se trataba, pero escuchó un fuerte golpe y el relincho del caballo. De inmediato, un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
Sin preguntar de quién se trataba y con el poco valor que le quedaba, ingresó rápidamente a sus aposentos, se acostó a dormir, dejando abandonado en el patio la ropa de su hermano y la plancha de carbón. Al día siguiente, se levantó y contó lo sucedido a sus familiares, quienes le dijeron que se trataba del jinete sin cabeza.
Como esta, son varias las historias sobre la leyenda del jinete sin cabeza que trascienden de generación en generación en la región Caribe. Durante varios años este personaje, con un grado de ficción, atemorizó a campesinos y vaqueros en municipios del Cesar y La Guajira, quienes contaban a sus familiares sus experiencias.
El jinete de La Quebrá
Jesualdo Gámez, residente en el municipio de San Juan del Cesar, contó que cuando era niño conoció la historia del jinete sin cabeza que merodeaba entre Sitio Nuevo y Los Tunales, zona rural de Fonseca, donde se decía que vagaba un personaje en caballo que generaba temor entre los habitantes.
“Un señor conocido como ‘Trupil’ frecuentemente transitaba el camino entre Sitio Nuevo y Los Tunales para visitar a su novia Sol, quien se convirtió años más tarde en su esposa. Pero, cada vez que regresaba a su casa, al pasar por un lugar conocido como La Quebrá tenía que dejar unas monedas para que no se le apareciera el jinete sin cabeza en las noches”, dijo Gámez.
El jinete sin cabeza nunca se le apareció a ‘Trupil’. Dejaba sin falta la especie de ofrenda y avanzaba su camino hacia la residencia hasta que contrajo nupcias con su prometida.
En Valledupar
En el barrio Villa Miriam de Valledupar también se han escuchado historias de la leyenda del jinete sin cabeza. Una de ellas es que en los años 90 unos niños y adolescentes limpiaban un lote para hacer una cancha de fútbol, cuando de un momento a otro se les apareció un señor en un caballo y un pigua sin cabeza. Les pidieron que no limpiaran el lugar porque era una propiedad privada. Sin embargo, hicieron caso omiso y un día les salió el jinete sin cabeza.
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“No quedó un pelao por ahí, unos se privaron otros saltaron el cercado y otros quedaron ahí despavoridos viendo como ese hombre, así como apareció, desapareció”, cuenta una de las habitantes del sector.
Mitos y leyendas
Las leyendas y mitos de la región Caribe son relatos que deben perdurar en el tiempo. Hacen parte de la tradición oral y la riqueza cultural de los pueblos. En el mes de octubre, por la celebración de Halloween, EL PILÓN presentará varios relatos contados por abuelos y antepasados que en algunos casos superan la ficción.
POR: LUCÍA MENDOZA CUELLO/ EL PILÓN.