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La lección de don José

José de Jesús López es un humilde artista callejero que se gana la vida tocando la guitarra en diferentes restaurantes de la ciudad de Medellín. Él nunca imaginó que la invitación de unos comensales a sentarse a comer con ellos iba generar un escándalo tan grande, como el que han registrado casi todos los medios de comunicación del país y que ayer fue tendencia en las redes sociales.

El caso ocurrió el pasado lunes en el restaurante Taquino, ubicado en el sector El Poblado, cuando llegó don José e interpretó dos canciones a los ocupantes de una mesa, que luego lo invitaron a almorzar con ellos, pero los dueños del local no permitieron que él se sentara con los clientes. El acto discriminatorio contra don José fue denunciado por uno de los comensales a través de Facebook, donde en cuestión de horas la publicación se hizo viral.

Cantantes, actores, políticos, periodistas y otros ciudadanos del común han sentado su voz de protesta en las redes sociales, todos se han preocupado por dar su respaldo a don José, hasta canciones le han hecho. Sin menospreciar el caso, consideramos que igual indignación debería generarse a diario cuando a los pacientes las EPS les niega el acceso a un medicamento o cuando los políticos que elegimos son puestos al descubierto por saquear el erario.

Ahora todos ofrecen ayudas a don José, lo cual no es malo, pero recordamos que la solidaridad con el prójimo debe ser permanente, en nuestros entornos, donde hay personajes similares a los cuales también podemos brindarles nuestro apoyo, económico o moral. Ojalá que el famoso episodio en El Poblado sirva para que mejoremos el trato hacia los demás y entendamos que todos somos iguales.

El nivel de intolerancia de algunos ante esta situación desencadenó en amenazas, que llevaron a que Taquino cerrara sus puertas por algunos días. ¿Qué está pasando? Ni siquiera el directamente afectado guarda resentimiento hacia la administradora del establecimiento.
Hay que aprender de don José, quien mostró un verdadero acto de perdón, porque al ser abordado por las cámaras después del incidente en el restaurante manifestó que la administradora era una persona de bien, que no la fueran a perjudicar por lo sucedido, que anteriormente ella le había ayudado. En él no hay sentimiento ni intención de sacar provecho de su momento de fama.

Por su parte, los dueños del negocio ofrecieron disculpas y lamentaron lo sucedido. De ellos también hay que aprender la lección, porque reconocer los errores no es fácil, pero sí necesario; eso hay que valorarlo porque todos estamos expuestos a equivocaciones.

Lo que sí queda claro es que somos una sociedad de modas, en la que un escándalo filtrado por las redes sociales resulta más efectivo que los mecanismos del Estado para aplicar sus políticas. Debemos siempre tener presente el artículo 13 de la Constitución Nacional establece que “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”.

Este mismo artículo precisa que el Estado debe promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptar medidas en favor de grupos discriminados o marginados, sancionando los abusos o maltratos que contra estos se cometan.

Mientras el Estado hace su parte, no esperemos a otro don José para ser mejores ciudadanos, respetemos la Constitución y las leyes.

Categories: Editorial
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