Popularmente este es un refrán muy oportuno para analizar en estos momentos en que, las pasiones en su estado obsesivo, por las condiciones de tipo político que se manejan de frente a unas elecciones de carácter popular ahora para las diferentes gobernaciones, asambleas, alcaldías y concejos, que ya están en su remate final, y que de cualquier insensato espectador, cuando para rematar a un contrincante y en especial a los posibles ganadores, se denigra de la dignidad de estos y se recurre al arma maldita, el odio desmedido, producto de resentimientos profundos, muchas veces inculcados por el sentir de otros, que tiran la piedra y esconden la mano, y que detrás del telón donde ocultando su mediocridad, siempre como soles opacados, actúan.
Con mucha facilidad nos damos cuenta de los defectos ajenos, cuando los nuestros pueden ser mayores; es lamentable desde el punto de vista ético, la facilidad con la que algunas personas se dedican a ratificar o hacer ver a los demás algún error o defecto de otras, pero que son incapaces de reconocer los propios.
El ser humano es un cúmulo de emociones que cuando se vuelven obsesivas hacen perder la racionalidad en sus actuaciones.
Quien a otro quiere juzgar por sí mismo debe comenzar; entonces lo prudente es no resaltar las enfermedades, errores y defectos de los demás, mucho menos cuando no existen tales atributos, si solo los tenemos arraigados nosotros mismos. El silencio es el arma del prudente como también de los dioses imperfectos, además el escudo de los valientes, como la propia conciencia es la espada del vencedor.
Hoy, hay aspirantes de entereza y rectitud apetecibles en los temas y actividades políticas a quienes se quieren sacar del tinglado de sus pretensiones, como se trama contra alguna posible aspirante en estas posiciones de gobierno, comparable como una de las supuestas esposas de Jesús, aquel que acompañado de la sabiduría de Dios, dijo: “quien se sienta sin pecados lance la primera piedra”, también pisoteado en su fe, por los Poncio Pilato sin aguamaniles ni toallas, donde los propios herejes condenaron de herejía al hijo de Dios; aquí también se quiere pisotear en la dignidad a esta aspirante como a sus seguidores, aliados y promotores políticos, solo por la incompetencia moral y racional absoluta de sus opositores inmediatos, que como siempre, el único medio posible de distraer a la opinión pública es el chisme transformado en calumnias.
Y, a otro candidato o aspirante a otra posición subsecuente, con mayor opción de triunfo, quien, guiado por sus creencias, convicciones sociales, políticas y religiosas, también hoy, hay que denigrar de él, como de aquella, para derrotarles a través de invitaciones a banquetes en donde no se debaten ideas, sino que con apetito feroz devoran a los justos, acometiendo con injurias e infamias, para lo cual se inventan tales eventos como supuestas trampas mortales o armas de doble filo.
Lo mismo deberá estar pasando con los candidatos y candidatas a concejos y asambleas, aunque en menor escala esto se visualice, pero que siempre hará parte de los mediocres en el juego de la política sucia; también ha de suceder en cualquier otra actividad normal que maneje intereses comunitarios y de servicios para la paz y progreso social.
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A los amigos de la política les recomiendo que, para una convivencia sana y productiva, hay que apartarse de estos actos lamentables, que la gente repudia ya cansada de oírlos, y que en un futuro inmediato podrían revertirse contra sí mismos.
Una región en marcha, fácilmente entiende que, con transparencia y eficiencia, el emprendimiento y explotación agrícola, ganadera y minera a través de empresas con responsabilidad social y ambiental como bandera política, sin crear terrorismos económicos y con calidad de vida, con el respaldo de la comunidad, partidos políticos y movimientos sociales, que hoy ponen en manos de estas personas a las cuales como candidatos ven como una opción sólida y solución comprometida para liderar su desarrollo, es consciente también que con campañas de emociones bohemias, o irracionales por resentimientos acumulados que se quieren transmitir a los demás, sin una programación seria de las realidades sociales, jamás se encontrará el progreso.
La política mal entendida es tan peligrosa que divide, destruye las más sólidas amistades y acaba con la familia y solidaridad de los pueblos, llevándolos a su propia desgracia.
Por último, no cabe más que felicitar a los candidatos que no caen en las sutiles trampas del odio, estos serán los candidatos de todos, los candidatos del pueblo, también los míos como ciudadano común. Hablar mal de alguien es exteriorizar su propia maldad.
“Vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro”. (NT: Lucas 6:41 y Mateo 7:3 EM: Sanjuan, EO 24:27)
Por Fausto Cotes N.