X

La labia de los hipócritas

Según José Eduardo Cavalcanti de Mendonça, más conocido como ‘Duda’, experto en marketing político brasileño que está envuelto en el escándalo de “Lava Jato”, quizás uno de los hechos de corrupción más estruendosos de la historia de Brasil y América Latina, recibió de Odebrecht 1,6 millones de dólares por asesorar a la campaña presidencial de Oscar Iván Zuluaga en 2014.

Además, la empresa le pagó otra parte con una consultoría y una transacción inmobiliaria.

Según Otto Nicolás Bula Bula, más conocido en Sahagún como ‘El Gordo’, exsenador que se encuentra detenido porque al parecer recibió de Odebrecht una comisión de éxito de 4.6 millones de dólares por lograr que el gobierno aprobara la construcción de la vía Ocaña-Gamarra sin licitación, la constructora brasileña solo le otorgó por dicho lobby un millón de dólares, monto del cual se quedó con el 10%, pues el resto se lo pasó al empresario antioqueño Andrés Giraldo, quien tenía que hacerlo llegar a las manos de Roberto Prieto, gerente de la campaña releccionista de Juan Manuel Santos. No obstante, Bula señaló en un manuscrito que mandó al Consejo Nacional Electoral que esa plata no benefició al Presidente.

‘Duda’ es un renombrado publicista que ha trabajado para políticos que han sido cuestionados por la justicia como Paulo Maluf (exgobernador de Sao Paulo), Lula (expresidente de Brasil) y Carlos Menen (expresidente de Argentina). Dicen que su sede en Colombia funcionaba en Medellín en una oficina que es propiedad de una persona allegada a los paramilitares. Además, ya fue procesado por lavado de dólares y evasión de divisas en su país. Bula es un político próximo al uribismo, algunos lo cosen con el narcotráfico y el paramilitarismo. Odebrecht es una peste, una gangrena que carcome la carne de los Estados, una multinacional que compró con unos verdes cautivadores a muchos actores del poder en América Latina, pero esos políticos ahora dicen con frescura que no matan ni una mosca, ni media.

Más allá del prontuario de ‘Duda’, Bula y Odebrecht y del testimonio como un medio probatorio débil que requiere ser cimentado con otros elementos, causa risa ver como los santistas afirman con arrebato que los uribistas son unos ladrones y viceversa. Ambos bandos solo miran la paja en el ojo ajeno, hablan de honestidad sin honestidad, olvidan que integran combos políticos que tienen el mismo vicio: la corrupción. Están rociados (presuntamente) por la saliva toxica de Odebrecht y se atreven a cuestionar por lo mismo a sus contrarios, los irrumpe un descaro infinito, pernicioso.

Odebrecht se ha transformado en una bomba de tiempo que tiene a los dos sectores tirando patrañas como locos, como enfermos. ‘Duda’ puede ser el Bula del urbismo y Bula puede ser el ‘Duda’ del santismo, la corrupción los asimila. Resulta cómico ver a las corrientes que tienen fraccionado al país dando catedra de moral pública en los medios de comunicación, están menospreciando la inteligencia y la buena fe del pueblo. Siempre intentan atenuar sus patrañas y sus desfachateces tirándoles el agua hedionda a los demás. Sin embargo, no solo ellos se comportan así. No es fácil hallar un partido que no tenga rabo de paja, que pueda acercarse a la candela del tramoyo sin inseguridad y que tenga capacidad de autocrítica. Para las elecciones de 2018 se avizora un panorama político triste que podría dejar una sola opción real: no elegir a los más honestos sino a los menos deshonestos.

Categories: Columnista
Carlos Cesar Silva: