Las sociedades en muchos países del mundo están compartiendo algo: la polarización política. Los modelos de administrar el estado, sus propuestas y las izquierdas y las derechas, se están mostrando los dientes más que nunca en la historia reciente.
Este fenómeno se está haciendo muy evidente en las diferentes elecciones que se han llevado a cabo en países como el nuestro -en el que la izquierda se impuso por cerca de 600 mil votos en un universo de 22 millones-; en Brasil -donde Lula Da Silva le ganó a Jair Bolsonaro por un pírrico 1.5%-; en los Estados Unidos -donde las elecciones de mitad de periodo dejan muy seguramente a los republicanos recuperando el dominio de la Cámara de Representantes y posiblemente del Senado pero por diferencias muy pequeñas a su favor-; en Perú -donde Pedro Castillo le ganó la presidencia a Keiko Fujimori por 0.3% de los votos-. Estos son sólo algunos ejemplos…
¿Por qué nos está pasando esto? De alguna manera es claro también que la juventud está participando con mayor dinamismo en las elecciones y se muestra proclive a apoyar las tendencias mal llamadas progresistas -así lo afirmo porque muy por el contrario, estas apoyan políticas retardatarias de origen keynesiano que solo generan mayores gastos a cargo de los estados impidiendo así progresar, crecer y reducir la deuda pública-. Resulta bien particular que quienes pocos impuestos han pagado -fruto de su trabajo- tengan la intención de exigirle al estado un mayor compromiso en términos de subsidios y ayudas.
Estas tendencias están perjudicando gravemente la salud de las finanzas públicas y para la muestra, en Colombia la depreciación del dólar desde mediados de junio cuando ganó Petro la segunda vuelta, ha implicado que la deuda externa ha aumentado en cerca de 150 billones -con b de burro- de pesos; para poner esta cifra en contexto basta con decir que la reforma tributaria que a punta de pupitrazos se está aprobando en el Congreso de la República se estima que recaudará unos 20 billones; Petro ya genera pérdidas por 7.5 reformas como esa, en tan sólo 5 meses. Dantesco…
Como educador me cuestiono mucho ese rol de la juventud. Pareciera ser que padres de familia y maestros nos hemos equivocado de manera grave, pareciera ser que no hemos hecho bien nuestro trabajo. No se trata de lavarle el cerebro a los muchachos, no se trata de inducirlos a pensar como nosotros, se trata, sencillamente, de darles las bases suficientes para asumir posiciones maduras y objetivas que valoren lo que se ha construido en 200 años de vida republicana gracias al trabajo de millones. Pero los jóvenes de la primera línea han escogido el camino contrario, rompen los ventanales de los comercios y destruyen todo a su paso; estamos pasando aceite en gran parte de Latinoamérica.
Poco a poco y con preocupación vemos como estas decisiones nos acercan al abismo, a la pobreza absoluta y a la degeneración total de la política gracias a la corrupción desarrollada por quienes no han gobernado antes, solo saben ser oposición y no logran controlar los indicadores económicos y sociales por su inexperiencia. Desde la campaña los petristas manifestaron que había que correr la línea ética y ¡sí que lo han hecho!
Es triste todo esto, duele esta Colombia que inevitablemente giró a la izquierda, la izquierda dominada por quienes eligieron hace años el camino de las armas para tomarse el poder y hoy, después de años de manifestar tener las soluciones para combatir todos los males, sólo nos generan descontento, asco y ganas de salir corriendo.
La cosa cada vez pinta peor, nos empobrecemos cada día y nos domina una impotencia que raya en lo inverosímil. Y aún falta que entre a regir la reforma tributaria. Petro fue el más enérgico enemigo de las reformas de este tipo que propusieron sus antecesores y ahora, ya gobernando, es lo primero que hace, proponer una absolutamente lesiva. Ecopetrol ha perdido su valor, Prodeco entrega la explotación de las minas de carbón, pobreza y sólo pobreza es lo que hay a nuestro alrededor. Esta juventud eligió ser pobre…