El Departamento de Estado de los EE. UU. acaba de publicar un informe sobre el clima de inversión para Colombia en 2024 que no nos favorece. Esta es la noticia que esperaban los gurús del golpe blando al presidente Petro y con mucha prisa comenzaron a divulgarla exagerando su contenido; a los medios audiovisuales ya casi se les acababa el material desinformativo así que esto les cayó como anillo al dedo. La inversión extranjera directa, IED, ha sido un mecanismo sacralizado para sojuzgar e intervenir en el desempeño de los países del tercer mundo.
Nos han vendido la idea férrea de que para salir del atraso un país, sin contarnos que al futuro quedaremos hipotecados. Una de las políticas de la China comunista fue la de “valerse de sus propias fuerzas” por encima de recibir IED. La India también ha recibió este tipo de inversiones sin muchos resultados, pero como dijo Den, presidente de China, los hindúes “no se metieron a nadar como nosotros”. La IED puede ayudar como en el caso de Singapur, pero no siempre es así, dependiendo de los sectores sujetos de inversión. En Colombia la mayoría de este tipo de inversión recae en los sectores minero energético y especulativo, muy bajos en generación de empleo. Más, en 2023, ante las políticas públicas de no contratar nuevos proyectos extractivos, la IED en su mayor parte recayó en proyectos no mineros como la industria manufacturera, comercio y hotelería.
Esto es una muestra de que sí pueden hacerlo, pero ya no con las canonjías que tiene la industria extractiva. Es bueno recordar que, en 2010, en plena vigencia de “la confianza inversionista”, el 89 % de la IED recayó en el primero de estos rubros con bajo impacto en las condiciones socioeconómicas de la población. Por otro lado, mientras la IED entre 2002 y 2022 crecía a una tasa promedia anual de 11.1 %, la pobreza monetaria anual para ese mismo periodo descendió solo 1.5 %, esto es, por cada punto porcentual que subía la IED solo 0.13 % descendía la pobreza monetaria (elasticidad de la pobreza ante el incremento de la IED); vemos que no hubo una relación de proporcionalidad entre estas dos variables. Además, la inversión minero-energética se convirtió en una cueva de Rolando. Por su lado, el ingreso per cápita solo creció, 4.5 % por año, una variación vegetativa y raquítica.
En cambio, solo con las iniciativas agrarias de este gobierno, sometido a múltiples restricciones institucionales, y al giro directo a las IPS, 1.6 millones de colombianos salieron de la pobreza monetaria y más de 1.1 millones dejaron la pobreza extrema. El impulso dado al turismo, gracias a la promoción internacional que ha hecho Petro sobre nuestra belleza como país, ha permitido reemplazar las divisas del carbón sin encender ni una braza y sin que se vea una sola columna de humo. Esto es valerse de sus propias fuerzas.
Si la IED fuera la panacea seríamos un país vanguardista y no el más desigual del mundo, pese a su posición geográfica y poseer tantas riquezas naturales. Además, la inversión en estos sectores no genera riquezas, pero sí desastre ambiental; eso sí, para evadir impuestos es la mejor inversión: este año el Consejo de Estado falló en favor de las industrias extractivas quitándole $20 billones al presupuesto general de la nación que ya tenían destinación específica; siempre el parágrafo por encima de las realidades. Y, pese a que esta política fue uno de los pilares del C. D., países como Canadá, EE. UU., Alemania y Reino Unido, disminuyeron sus inversiones entre 2000 y 2010.
Es de subrayar que la mayoría de estas inversiones proviene de los llamados capitales golondrinas que ante cualquier sacudón financiero alzan el vuelo y se van. Hace mucho no he visto que inviertan en el sector real de la economía como plantas ensambladoras de vehículos, procesos industriales de transformación, ciencia y tecnología u otras actividades generadoras de empleo. Seguimos dependiendo de una economía informal que no necesita IED, pero sí mucha ayuda estatal.
Luis Napoleón de Armas P.