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La insistencia

“Buscad al Señor mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”. Isaías 55,6.

Se define la insistencia como la reiteración y porfía acerca de algo; insistir es instar obstinadamente, persistir firmemente en una cosa. Ya había explicado Jesús que desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo conquistan por la fuerza.

El incidente neo testamentario que hoy inspira esta columna, relacionado con un hombre llamado Bartimeo, residente en Jericó, ciego de nacimiento, excluido social, mendigo de profesión, sin futuro ni esperanza, nos describe un interesante ejemplo del valor en el reino, un ejemplo de obstinación para arrebatar por la fuerza aquello que te nos pertenece por derecho.

La vida de este hombre transcurría en las calles y los lugares públicos, la gente lo conocía pues mendigaba siempre en el mismo lugar. Allí estaba con su taza extendida cuando el desfile de Jesús pasó por Jericó. Sus afinados oídos percibieron cientos de voces y retumbar de muchas pisadas. Preguntó: ¿Qué es ese ruido? ¡Es Jesús que pasa por aquí! Alguien le respondió. Entonces decide no perder esa oportunidad, decide arriesgarlo todo para captar la atención del Maestro: ¡Grita!

Bartimeo sabía que Jesús estaba cerca y no lo dejaría pasar sin recibir un toque. Jesús había atravesado la ciudad sin que ningún ilustre detuviera su desfile; se necesitó de un hombre desesperado que tenía una cita con la providencia. La providencia se encontró con la necesidad y la desesperación, allí en el polvo, a la vera del camino. Empezó a gritar sin saber dónde estaba Jesús, y no lo pudo ver hasta después del milagro de sanidad de sus ojos.

Amados amigos lectores, nunca subestimemos el poder de un momento en su presencia y los gritos sin temor de un mendigo desesperado sentado en soledad. Para lograr un cambo radical en nuestras vidas, es menester estar insatisfechos con lo que tenemos ahora y dispuestos a insistir hasta el final para lograr un cambio. “Insista, persista y no desista”, era la publicidad de una reconocida marca de conservas.

Además, es necesario que tengamos la absoluta e inamovible convicción de que Jesús tiene aquello que necesitamos y estamos buscando. En su condición de discapacidad, Bartimeo está completamente perdido en la vida, mendigaba y dependía de los demás, no le quedaba mucho a que aferrarse. De todas maneras, creyó que Jesús podía resolver su situación, estuvo dispuesto a buscar aquello que necesitaba, a grito limpio si fuera necesario.

Cuando comenzó a gritar, muchos lo reprendieron para que callara. Debemos cerrar nuestros oídos a las voces que nos quieran desanimar. Muchas veces hemos permitido que nos intimiden e incluso nuestros propios temores nos han frenado. Nos preocupa el qué dirán y hacer el ridículo.

Atemorizados hemos contemplado de lejos el paso del desfile de Jesús, deseando en lo secreto de nuestro corazón lo que Dios nos ofrecía, pero sin animarnos a tomarlo por la fuerza, así sea a gritos desesperados.

Bartimeo estaba desesperado y esto lo llevó a pedir a gritos. El Señor lo escuchó y lo sanó devolviéndole su vista. Recuerda: Muchas bendiciones del reino son de los atrevidos. ¿Qué tan dispuesto estamos para clamar por aquello que anhelamos? ¡Bartimeo capturó la atención de Dios con sus gritos desesperados! ¡Aprendamos a clamar!

Abrazos y muchas bendiciones en Cristo.

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