Hubo revuelo esta semana cuando se conoció que el Alcalde de Medellín solicitó “formalmente a Cuba su ayuda y solidaridad con una brigada médica”.
La primera crítica es que no es necesario traer médicos extranjeros. En su carta al Embajador el Alcalde sostenía que, “[tener un] número insuficiente [de especialistas] para garantizar la atención de los pacientes más graves”. El Colegio Médico Colombiano desmintió al Alcalde, sostuvo que, “sí hay la suficiente cantidad de recurso humano” y calificó la solicitud como “un irrespeto con el recurso humano del país”. La Sociedad Antioqueña de Anestesiología señaló que la petición desconcierta porque, “todos los especialista han hecho un llamado con la finalidad de brindar el apoyo en los planes de expansión y atención […] sin que a la fecha hayamos sido convocados”. De manera que médicos sí hay, se han ofrecido a apoyar y en la Alcaldía nos les han dado respuesta. Es una cruel ironía.
La segunda es el costo. La Sociedad denunció que antes de pagar personal cubano es indispensable que, “se revisen las acreencias existentes en la ciudad y se salden las deudas pendientes con el talento humano en salud local”. Les deben plata a los colombianos y Quintero prefiere traer y pagar cubanos.
El tercero es la calidad del personal de salud y los riesgos. Traer médicos de otros países debe ser solo una medida excepcional, resultado de una crisis extrema, que tiene riesgos asociados con el conocimiento, los procesos de formación y las diferencias tecnológicas. Por esos riesgos es que se ha establecido un proceso de convalidación de títulos obtenidos en el extranjero.
Quintero pretendía saltarse esos requisitos. Y quería hacerlo con cubanos, de quienes la experiencia internacional muestra que están desactualizados científicamente, no conocen las últimas tecnologías y muchos incluso no cumplen los requisitos mínimos de formación. En Bolivia se denunció que menos de un tercio de los “médicos” cubanos en ese país eran en realidad profesionales de la salud. En Venezuela se sostiene que la inmensa mayoría de los supuestos 30.000 “médicos” cubanos eran estudiantes, enfermeros o “técnicos en salud”. En México solo duraron tres meses. De Brasil y Ecuador fueron expulsados.
Finalmente, estas solicitudes tienen una fuerte carga ideológica. La dictadura usa estas supuestas “misiones” con un doble propósito. Cobra según marrano, con un promedio de cinco mil dólares mensuales por expatriado. El 75 % de ese dinero va directamente al gobierno cubano. El otro motivo es “fomentar la revolución mediante el adoctrinamiento aprovechando la atención médica”, según palabras de Julio Londoño, ex embajador en Cuba, y denuncias ampliamente documentadas en todos los países a los que han llegado. No es coincidencia que sean gobiernos de izquierda, nacionales y locales, lo que solicitan el “apoyo” cubano.