Por: Basilio Padilla
En nuestro medio las noticias de personas realizando actos ilegales, ya no nos sorprenden. Lo preocupante es que estos actos, ya se extienden a todas las instituciones gubernamentales y privadas. Varios factores son importantes en el análisis de esta situación y la psicología del porque procedemos por ese sendero.
Los estudiosos citan como origen varios factores y mecanismos de defensa de los seres humanos en su continua búsqueda de conseguir cosas por la vía más facil. Es tan perversa esta conducta que ya no importa quien se atraviese por delante. Por ejemplo, los falsos positivos del Ejército Nacional en su afán por demostrar que estaban haciendo su tarea con efectividad y así obtener promociones, dinero y seguridad individual del gobierno.
En el análisis final se valían de pobres inocentes para asesinarlos y maquiavélicamente obtener los objetivos por vías falsas y criminales. Se presenta ahora la situación del ex comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo, por el famoso caso de la falsa desmovilización del frente “Cacica La Gaitana” de las FARC. Aquí se le buscaron armas y uniformes a pobres individuos que pasaban como guerrilleros y así recibieran también todos los beneficios económicos a costa de los impuestos que la mayoría pagamos. Todo esto indica que sin duda alguna somos capaces de recurrir al crimen con tal de obtener dadivas materiales de cualquier tipo. No es un buen prospecto para nuestro futuro, ya que en el contexto de nuestro núcleo social, nuestros hijos son una revelación de lo que ven y lo que les enseñamos. Estos males también son el producto de la carencia de una educación efectiva, disciplina desde etapas tempranas, analfabetismo, pobreza e inequidad social. Estos males no son típicos de nuestra sociedad solamente, sino que a nivel mundial son múltiples los casos que leemos y escuchamos en los medios, diariamente. La diferencia la establece el grado de civilización de nuestras sociedades y la frecuencia con que los casos suceden en cada situación. La ramificación de estos casos es extensa con la penetración a todos los círculos de nuestra sociedad, especialmente al gobierno y la política.
En nuestro medio ya se maneja la imagen política de la irresponsabilidad, deshonestidad, deslealtad y corrupción, lo cual hace que nuestras instituciones se debiliten cada vez más. Ciertos elementos son necesarios para frenar esta nociva tendencia. Primero es la enseñanza a tempranas edades, acabar con la pobreza y el analfabetismo, aprender los valores del honor, sencillez, credos religiosos y – sobre todo- darle menos valor a lo material. Los límites de términos a los congresistas sería un enorme comienzo, especialmente en nuestra sociedad, donde una vez elegidos, encontramos todas las formas de permanecer en esas posiciones, utilizando medios coercitivos, con el apoyo total de la burocracia, contratos, empleos y otras formas de influencia indebida. Aun en otras sociedades más avanzadas, como la americana, ya se comienza a discutir este tema. Si existen límites de términos para la rama ejecutiva, ¿Por qué no hacerlos para la legislativa?.