El cuerpo humano está constituido, en número, por más bacterias que células propias. ¿Qué? Sí, así como lo lees, somos más bacterias y esto no es nada nuevo; desde finales del siglo XIX la ciencia ha venido estudiando los microorganismos con los que convivimos. En el año 1908 el científico ruso Élie Métchnikoff recibió el Premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre el Lactobaciluss bulgaricus y el Estreptococo thermophilus, los cuales se encontraban en una leche fermentada que consumían habitantes de una población en Bulgaria que se caracterizaban por ser longevos.
Si hay algo que ha venido creciendo en el número de investigaciones, trabajos científicos publicados y estrategias terapéuticas, ha sido el estudio del microbioma. Todos tenemos microbioma y lo definimos como el grupo de microorganismos (bacterias, hongos, arqueas, virus) localizado en algunas partes de nuestro cuerpo (piel, cavidad oral, vías respiratorias, vagina, vías urinarias, estomago, intestinos) y que mantienen una relación estrecha con el funcionamiento de nuestro organismo. De todo este microbioma el más estudiado es el encontrado en los intestinos. Hoy le reconocemos a este grupo de bacterias múltiples funciones tales como metabólica (regulación de los niveles de azúcar y obesidad), inmunológica (defensa contra microorganismos patógenos), hormonal, neuroendocrina (producción de moléculas como la serotonina), entre otras; todo esto hace que hoy se le considere un órgano más como el hígado, el cerebro o los pulmones.
Se estima que más del 90% de las enfermedades tienen algún tipo de desequilibrio en el microbioma intestinal, una cifra muy importante, que hasta ahora está llevando a que se considere más el papel de estos organismos en la salud de las personas, en un mundo cada vez más enfermo.
Como imaginarás hay factores que afectan la salud de ese microecosistema y dentro de los más importantes están: el uso indiscriminado de medicamentos (como los antibióticos, analgésicos, antihistamínicos), alimentos ultraprocesados, baja ingesta de hortalizas, fibras y frutas, estrés, mal patrón de sueño y ejercicio intenso por mencionar algunos.
Cuidar de los microorganismos con los que vivimos es una necesidad si queremos mantener la salud y para ello te invito a tener un estilo de vida saludable con buena alimentación, ejercicio moderado, gestión del estrés, tomar abundante agua (ojalá filtrada) y consumo de prebióticos (alimentos preferidos por las bacterias saludables que ayudan a su buen funcionamiento) tales como fermentados lácteos como el yogur o kéfir (sin azúcar), manzana, zanahoria, espárragos, cebolla, ajo, puerro, batata, té, avena, alcachofa, kombucha, semillas de linaza, semillas de chía, entre otros.
Por Ricardo Guerra Fuentes