En medio de un esperado debate en la comisión Quinta del Senado, presidida por la senadora guajira Marta Peralta, se hundió la tan controvertida Reforma a la Salud, la que se había convertido en punto de honor del Presidente, -nosotros opinamos varias veces editorialmente que esa iniciativa no representaba un real cambio social-, había sido causa para desbaratar la alianza, en su gabinete ministerial, con el centro liberal progresista, y causarle no pocas tensiones; mientras otras propuestas y acciones demandaban la atención de su administración. Las previsiones se cumplieron: la reforma no iba a pasar.
Pero también se cumplieron las previsiones del presidente: las EPS, se iban a ir debilitando en el proceso de discusión de la reforma y amén del contexto de un débil apoyo financiero por parte del gobierno, creándoles el clima para su progresiva extinción, que al final materializó con la intervención de Sanitas, la más prestigiosa y conocida EPS, de capital privado español, y la de la ya controlada estatal Nueva EPS. El mandatario aseveró que “lo que podía ser una concertación, ahora es de golpe, por qué y para qué, cuando lo que tenemos entre manos son vidas humanas”, que fustigó a los senadores que enterraron la reforma relacionándolos con el negocio de las EPS.
“Hace casi dos años, no es cualquier tiempo, no había en el proyecto EPS, se acababan, y vinieron los congresistas y los partidos a decir que cómo así. Pasamos a una concertación, un gran acuerdo nacional que se volvió ‘carreta’.
El Gobierno permite que las EPS sigan y las salvamos, pero para poderlas salvar no pueden ser aseguradoras porque tienen que tener reservas técnicas por si se producen los problemas de los asegurados. Ahora resulta que se comieron la plata de los fondos, están quebradas, una aseguradora que en cualquier parte del mundo se coma sus reservas técnicas, se va. (…) Entonces dijimos que para salvarlas las volvíamos gestoras, pero no les gustó, entonces ahora los congresistas de las EPS, porque los financiaron en sus campañas, dicen que no las votan”.
Lamentó que “mataran y destruyeran el tiempo de una transición de pacífica para salvar unas entidades privadas que podían seguirnos acompañando en un nuevo modelo de salud”, concluyó ayer Petro al reaccionar frente a la mayor derrota de su gobierno.
El tema es complejo, parece una profecía autocumplida. Era evidente la crisis del sistema desde anteriores gobiernos, por eso las intervenciones de más de una docena de ellas en los gobiernos precedentes, ley del punto final del gobierno Duque o el llamado reciente de la Corte Constitucional a pagar, y este gobierno, que tenía un ‘modelo distinto’ estatizante y de menor intermediación, la agravó al no tenerle confianza a los privados que a su juicio manejarían mal el dinero. Al no darles el recurso suficiente porque no iban a patrocinar enriquecimientos de particulares, fondos de pensiones y cajas de compensación, propietarias de las EPS, les redujo el efectivo; el servicio tendía a afectarse por la carencia financiera y las mismas EPS habían mandado hace unos meses el SOS. Entonces nada sorprende. Ahora, se va a ver qué tan buen administrador es el Estado y al gobierno Petro le tocará responder por todos los reclamos habituales y las repetitivas tutelas.