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La historia de la anguila de cristal y el carbón colombiano

La anguila de cristal es un pez que supera el valor económico del oro, del cobre, de algunas piedras preciosas, y por supuesto a los combustibles fósiles. ¿De qué se trata?

Todo territorio en cada rincón del planeta posee grandes riquezas naturales, algunas han sido identificadas más no aprovechadas, otras por descubrir. Por ejemplo, los departamentos del Cesar y La Guajira (Colombia), desde hace más de cuatro décadas vienen explotando el carbón “un recurso natural no renovable, con un panorama no muy alentador para el cambio climático”. Mientras en Nagua, municipio costero situado en la provincia de María Trinidad Sánchez en la República Dominicana, recientemente encontraron una mina, y precisamente no es un mineral, esta riqueza supera a muchos minerales en valor, y si se aprovecha de manera racional y planeada perdurará, ya que es un recurso natural renovable.

Se trata de la anguila de cristal. La anguila de cristal y el carbón son dos recursos naturales que, en un abrir y cerrar de ojos, modificaron la actividad económica local de sus lugares por ausencia de políticas públicas que permitieran potencializarlos de manera sustentable (que no hipoteque a las generaciones venideras). Estos recursos deberían ser el motor que jalone las economías de sus territorios “el gancho que active la manufactura”. Está demostrado que con solo impuestos, regalías y empleos no se logra crecimiento y desarrollo al mismo tiempo, el caso Prodeco es un fiel reflejo (no se desarrolló una pieza de alta complejidad diseñada y fabricada en el territorio del Cesar producto de la actividad minera).

La anguila de cristal proviene del término inglés glass-eel, es una especie vertebrada de agua dulce, pero se reproduce en mar abierto. Es un pez extraordinario y misterioso, en su período de vida recorre dos veces un trayecto de casi 6.000 kilómetros, entre su zona de nacimiento y la de reproducción para su vital crecimiento. De manera intencionada por decirlo, el hombre ha modificado su hábitat, alterando sus ecosistemas desde la pesca indiscriminada por su alta demanda de consumo, lo cual  ha ocasionado que esta especie migre a muchos lugares para evitar la extinción, entre ellos tenemos a Nagua.

Nagua tiene una población cercana a los 80 mil habitantes, la anguila por hoy es el mayor tesoro de su economía, generando impactos positivos y negativos en el territorio, uno de esos efectos de alto impacto, ha sido la caída de la productividad de otros sectores económicos. Todo por la falta de incentivos que conserven conectados y de la mano a los sectores económicos alrededor de la anguila, además no se tienen buenas regulaciones de control en los permisos de pesca, generando en sus pobladores una actividad entre lo legal e ilegal “mercados negros”, donde todos quieren realizar la actividad de manera casi incontrolable. 

“Los últimos meses del año las linternas y las baterías escasean, las fincas se quedan sin trabajadores y los coladores dejan de pertenecerles a las cocinas. Las playas permanecen solas de día, pero se llenan de personas ante el asomo de la oscuridad”. Tomado de: Una isla del Caribe al plato de sushi: el millonario negocio de pescar anguilas, El Espectador.

Esto me recuerda cuando inició la explotación del carbón en los departamentos del Cesar y La Guajira, todos soñaban con ser mineros, tal es el caso de ingenieros de sistemas que abandonaron su arte para operar un equipo minero como diera lugar, conozco también la historia de otros profesionales, o aquellos jóvenes cesarenses y guajiros desde su bachillerato anhelaban ser camioneros en Drummond, Prodeco, Cerrejón u otras empresas o contratistas mineras.

Por otra parte, el valor económico de la anguila de cristal supera a la de muchos minerales, de lejos en sus mejores picos a los precios del carbón colombiano. Este mercado mueve millones de dólares cada año. Por tratarse de un manjar que no puede faltar en los platos de los mejores chef del mundo, habitualmente en preparaciones de sushi. 

En República Dominicana un kilo de este pez puede costar casi US$4.400, en el exterior logra cifras superiores a los US$12.000. En algunos restaurantes de lujo alcanza el precio de US$35.000.

Y ahora, ¿aprovechamos el último sorbo del carbón colombiano desarrollando trabajo en equipo desde la academia, el Estado y la fuerza de las empresas con sus comunidades o el carbón colombiano nos dirá adiós?, ¿o seguimos rezando que la demanda persista?, ¿o creemos que aún tenemos el sartén por el mango? Es el momento de crear una política pública denominada la Misión Lavoisier para transformar los recursos de carbón en reservas (las cuales cada vez se reducen). 

Soy un convencido que existe una anguila de cristal dentro del carbón colombiano por desvelar, mientras el hombre altera ecosistemas como lo vemos con la anguila de cristal, eso mismo debería pasarle al carbón, el Estado se ha quedado corto en crear patentes que le busquen alternativas de uso como lo hace Chile con el cobre (gracias a la pandemia, los chilenos ampliaron sus usos como un mineral que salva vidas aumentando su demanda y valor), y para ello se necesitan sociedades capaces en desaprender para reaprender.

Categories: Crónica
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