Cuando doña Yeimi Villar Regino le habló por primera vez a su hijo y notó que, en vez de mirarla, “paraba su orejita”, su instinto maternal le advirtió que algo no andaba bien. Sin anestesia le aseguró a su mamá: ‘Mi hijo no ve, es que él no me mira cuando yo le hablo’. Aquel junio de 1996, Buinder Bermúdez Villar nació en una clínica de Valledupar, y con su llegada, recibió el primero de cuatro golpes que la vida le tenía preparados para forjar su carácter, hasta llevarlo a la consagración 26 años después en el Olimpo del deporte mundial.
La madrugada vallenata del pasado 5 de septiembre de 2024 se colgó el bronce en la modalidad de los 400 metros planos en los Juegos Paralímpicos de París. Con una marca de 48 segundos y 83 centésimas, Buinder se subió al podio e inscribió su nombre en los libros de los medallistas de los Juegos Paralímpicos.
Aquella proeza la logró mientras la mayoría de familias de la capital del Cesar dormían; menos en una humilde vivienda del barrio Villa Jaidith, al sur de la ciudad, donde una madre se levantaba a las dos y media a encender su teléfono celular y buscar el ‘link’ que la llevara a seguir la carrera de su hijo.
“Yo decía: ‘Dios, ahí está mi hijo en tus manos. Yo sé que él es una bendición tuya’. Cuando arrancó a correr yo gritaba: “Dale papi, pa lante mi rey, tú eres un campeón papito. Tú te vas a subir el podio mi rey, pilas para adelante, hijo, para adelante’. Hoy me siento contenta y feliz porque es algo que él siempre ha luchado con esfuerzo”, recordó con emoción la orgullosa madre.
Aunque la competencia duró menos de un minuto, llegar a la gloria paralímpica no fue fácil para Buinder. Desde su nacimiento, le diagnosticaron astigmatismo y miopía. “Él nació con una gota de sangre en cada ojo. Le aparté una cita y el médico me dijo: ‘No se preocupe doña su hijo es un niño bien. Lo que pasa es que su hijo salió ‘bendecido’, su hijo nació con ‘cuatro ojos’, los dos con que nació y las gafas que le voy a colocar, su hijo es miope de nacimiento y astigmatismo’”, relató doña Yeimi.
El ‘Bullying’, un segundo obstáculo superado
A pesar de sus problemas visuales, Buinder se destacó en la escuela, ocupando los primeros lugares tanto en primaria como en bachillerato. El colegio Joaquín Ochoa del barrio Mareigua de Valledupar fue testigo de su buen rendimiento académico como el primer niño con discapacidad visual en ese plantel.
Al principio, sus compañeros le hacían ‘bullying’, llamándolo ‘cuatro ojos’. Sin embargo, siguiendo los consejos de su madre, él respondía con determinación: “Yo puedo tener cuatro ojos como usted dice, pero soy inteligente y eso se lo voy a demostrar en el salón’”. Así, se fue ganando el respeto y el reconocimiento de sus compañeros.
Ser médico para ayudar: un sueño frustrado
Los problemas para sus proyectos académicos llegaron después. Al graduarse de bachillerato, el sueño de Buinder era convertirse en médico. “Para curar a los demás niños que nacieran, como yo, con enfermedad en los ojos”, recuerda.
No obstante su dedicación, y aunque aprobó el examen de admisión para estudiar la carrera de Medicina en Santa Marta, su vista no le permitió soportar las largas horas de lectura que requiere esta carrera y sufrió el desprendimiento de la retina tras un solo semestre.
Luego intentó ser instrumentador quirúrgico, pero nuevamente su retina le jugó una mala pasada. “Era un niño inteligente con potencial, pero esas carreras no las podía estudiar”, recuerda Yeimi. “Fue duro para él enterarse de que no podía hacer una carrera de profesional como él quería. Porque él quería operar a los niños que nacieron con discapacidad visual como él”, lamentó Yeimi.
Apareció el paratletismo
Después de la frustración por no poder cumplir su sueño de ser médico, Buinder encontró en el paratletismo el escape que necesitaba para volverse a ilusionar con una meta en la vida.
Cómplice de este nuevo ‘amor’ fue su hermano Breidis Bermúdez, otro deportista paralímpico destacado del Cesar, quien se llenaba de oros a nivel nacional e internacional. Esto motivó a Buinder a acompañarlo a un entrenamiento y, desde entonces, tras enterarse que tenía un talento especial para la velocidad, empezó a entrenar.
Desde entonces, Buinder emprendió una carrera, de más triunfos que derrotas, la cual llegó a su punto más alto en los Juegos Paralímpicos de París 2024.
A la par de su carrera deportiva, también insistió en la academia y se graduó en profesional de Licenciatura en Educación Física de la Universidad de Pamplona.
El penúltimo obstáculo: falta de apoyo y emigración
A pesar de su talento, Buinder se vio obligado a emigrar a la Liga de Valle del Cauca en 2021. Aunque compitió por 5 años en nombre del Cesar con buenos resultados, logrando en múltiples ocasiones campeonatos nacionales. Incluso, colgándose la medalla de oro en los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019, no fue suficiente para convencer a los dirigentes locales de que sus sueños de paraolimpiadas estaban bien cimentados.
De esa falta de apoyo le quedó grabado un triste episodio, que, aunque el propio deportista quiere olvidarlo, es claramente recordado hoy por su madre. El mandatario departamental de turno, tras ganar en 2019 el oro parapanamericano, lo recibió en su despacho. Ante el genuino pedido de recursos para seguir consolidando su ya exitosa carrera deportiva, este le respondió con un gesto grotesco: se metió la mano al bolsillo y le sacó $200.000 “pa las gaseosas”. Fue un duro golpe y la gota que rebosó el vaso y que afianzó su decisión de marcharse a otro departamento.
Reza un viejo adagio que “No hay mal que por bien no venga” y hoy calza perfectamente al deportista vallenato. Al mudarse a Cali pudo concretar el mayor logro de cualquier paratleta: subirse al podio de unos Juegos Paralímpicos. “Desde Tokio 2020 que estuvimos en cuarta posición estuvimos luchándola para poder estar aquí. Estamos representando a Colombia de la mejor manera posible, en cada competencia doy lo mejor de mí, muchas personas creen que es fácil… independientemente del resultado cada deportista da lo mejor de mí. Los invito a que sigan apoyando, espero que el apoyo al paratletismo crezca en Cesar”, dijo el deportista tras ganar la medalla de bronce.
Un diagnóstico de astigmatismo y miopía al nacer, el ‘bullying’ que sufrió en la escuela, la frustración de no poder estudiar Medicina y la falta de apoyo que lo llevó a emigrar a la Liga de Valle del Cauca. Cuatro duros golpes que moldearon y sirvieron a Buinder de impulso para catapultarlo a la gloria en París 2024.
Por: José A. Martínez V.