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La heroína Antonia Santos

El 28 de julio se cumplieron exactamente doscientos años de ese día aciago en que María Antonia Santos Plata, nacida en Pinchote (Santander) el 10 de abril de 1782, en la flor de la vida, con sólo 37 años de edad, fue fusilada e inmolada vilmente, en la plaza principal de El Socorro. Ella, junto con la heroína Manuela Beltrán, pueden ser consideradas como precursoras de nuestra independencia, la que doscientos años después estamos celebrando.

En una redada de las tropas leales al ejército realista fue apresada ella y su hermano menor Santiago en la Hacienda El Hatillo y luego de un juicio sumario, en Consejo verbal de guerra en el que trataron inútilmente de soliviantarla para que delatara a los integrantes de las guerrillas de Coromoro, de la que hacía parte,  fue llevada hasta el cadalso en donde ofrendó su vida ante el altar de la patria por la libertad en ciernes.

El Coronel Lucas González, a la sazón gobernador militar de la Provincia de El Socorro, ante su negativa a colaborar con la tiranía y rehusarse a traicionar a sus compañeros de lucha a cambio de conmutarle la pena capital que pendía sobre ella, fue el encargado de ordenar su fusilamiento. Desafiante, no se arredró ante sus verdugos y tuvo el coraje de decirles “no me venden, quiero ver a mi tierra por última vez y ver de frente a mis verdugos. No tengo miedo. Viva la patria”.

El mayor mérito que le cabe a la heroína Antonia Santos, una mujer de armas tomar, fue el haberse alistado tempranamente a las huestes que resistían los intentos del pacificador Pablo Morillo de la reconquista del Virreinato de la Nueva granada, que desde el 1810 defendía porfiadamente su independencia del yugo español. En aquél momento, cuando le cegaron la vida, el ejército libertador al mando de Simón Bolívar se aprestaba a  librar las tres batallas que fueron decisivas para la consolidación de la independencia el 7 de agosto de 1819, las de Paya, la del Pantano de Vargas y la del Puente de Boyacá. Barreiro y sus tropas en desbandada tuvieron que morder allí el polvo de la derrota.

Y a ello contribuyó Antonia Santos impidiendo que ellos recibieran refuerzos desde Santander, al tener que enfrentar el hostigamiento de los insurrectos, de los cuales hacía parte ella. El desenlace no pudo ser peor para Barreiro en el Puente de Boyacá, en donde después de derrotado fue hecho prisionero por el ejército libertador.

¿Quién, más que ella, se pudo haber hecho merecedora de las enaltecedoras palabras para las mujeres de la Provincia de El Socorro, pronunciadas por el Libertador Simón Bolivar “madres, esposas, hermanas, quién podrá seguir vuestras huellas en la carrera del heroísmo? ¿Habrá hombres dignos de vosotras? No, no, pero vosotras sois dignas de admiración del universo y de la adoración de los libertadores de Colombia”.

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