La guitarra en manos de la trova juglaresca española acompañaba al conquistador en el tiempo de descanso, porque la música era la mejor manera para iluminar el silencio de la noche y celebrar la victoria por las tierras conquistadas. Pero en aquel glorioso día, 4 de febrero de 1813, cuando María Concepción Loperena Ustaris de Fernández De Castro redacta y lee el acta de la independencia del Valle de Upar en el Cabildo de Justicia y Regimiento de esta ciudad, el júbilo por el magnífico acontecimiento se prolonga hasta altas horas de la noche y las guitarras en manos de cabildantes sonaron acompañando las coplas libertarias.
Esa noche, las melodías de cuerdas tenían la frescura de las brisas del río que pasaba muy cerca del Cabildo, y en las flores de los cañaguates de la plaza quedaron impregnados los primeros versos de cantores del Valle de Upar. Nadie le cantó un verso al guerrero invasor ni a los reyes de España. El espíritu independentista era el motivo del canto y en la memoria del viento siguen sonando aquellos versos que despertaron la magia musical de esta tierra. Hoy, 203 años después, ese histórico acontecimiento permanece casi olvidado. En una calle de Valledupar se observa un gigante monumento en honor al conquistador, pero a la heroína pocos la recuerdan.
Lo cierto es que el nombre de María Concepción Loperena es un símbolo de la vallenatía. El mejor homenaje a la heroína lo hizo el Congreso de la República a través de la Ley 95 de 1940 que creó el Colegio Nacional Loperena. El Concejo de Valledupar aprobó el Acuerdo 002 del 14 de febrero de 2004, que institucionaliza esta fecha histórica y ordena izar la bandera municipal en todos los establecimientos públicos, especialmente en los colegios.
Desde esta columna, hacemos una invitación patriótica a las instituciones educativas para que el próximo miércoles (4 de febrero) realicen actos cívicos en honor a esta histórica fecha y lean fragmentos del libro ‘Valledupar en el corazón de María Concepción Loperena’ de la autoría de Blanca Añez Martínez.
Para quienes todavía auspician controversias, porque el acta de la independencia en una de sus partes, dice: “Pongo a disposición… 300 caballos que llevaré personalmente al ilustre general Simón Bolívar…” En nuestra opinión, son interpretaciones sesgadas del texto tratar de poner en duda la nobleza de ese gesto patriótico. La hipérbole es una de las expresiones más comunes en el lenguaje de los líderes cuando están frente a una multitud, es una forma de motivar y despertar el ánimo. En ningún momento dijo ‘llevé’ o ‘entregué’; dijo con firmeza, “llevaré”; la heroína habla en tiempo futuro. Mejor superemos esas discusiones retóricas, y evoquemos aquellas guitarras del 4 de febrero de 1813 para que vuelvan a cantar un son de paz, como tanta veces cantó Hernando Marín.