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La guerra por la paz

La paz es un bien supremo del cual todos los colombianos, sin excepción alguna, tenemos derecho sobre ella. La difusión del Acuerdo Final de las conversaciones en La Habana fue vista por muchos, como una oportunidad para que la ciudadanía pudiera informarse sobre lo negociado. Pero lastimosamente la guerra, es ahora, entre los ciudadanos por discusiones entre el Sí y el No.

A partir de la publicación de los acuerdos, me dediqué a leerlos detenidamente y mientras ello, en la redes sociales lo que pretendía ser una discusión académica, intelectual, se ha convertido en una batalla campal, un espacio para insultar y humillar e incluso amenazar, sea los del Sí, sea los del No. Quiero compartir tres situaciones que me sucedieron la semana pasada:

El pasado jueves 25 de agosto, ante una publicación de mi parte en Facebook, en la que exponía que el acuerdo no iba a solucionar los problemas del país, un colega externadista insinuó que yo prefería la guerra. Inmediatamente respondí a dicho comentario, pidiéndole respeto ya que ese no era mi propuesta. Al final la discusión se mantuvo en un tono respetuoso e intelectual.

A las 3:00 p.m. del sábado 27 de agosto, me encontraba visitando a nuestra milagrosa Virgen de Chiquinquirá, patrona de Colombia, en la Basílica de Chiquinquirá. Allí un señor de unos 55 años se acercó a solicitarme el favor de que le tomara una foto. Lo anterior terminó en una conversación agradable, amena y respetuosa sobre la paz. El defendía el Sí y yo el No. Al final me pidió que le ayudará con un comentario para su foto que subiría en su Facebook, juntos redactamos: “Visitando a la virgen de Chiquinquirá, pidiéndole que nos ilumine el 2 de octubre para que los colombianos escojamos lo más conveniente para la paz de nuestro país”.

Al final de ese sábado, 6:00 p.m. realicé en la misma red social, unas publicaciones y comentarios a favor del No, por supuesto siempre con argumentos serios y respetuosos. Más tarde a las 8:00 p.m. del mismo día me llegó un mensaje directo donde decía palabras más palabras menos: “Si sigues haciendo comentarios, voy a tu apartamento y te pego una limpia”. Debo confesar que jamás me produjo miedo alguno, pero si me aterró que dicha amenaza provenía de un exprecandidato a la Alcaldía de Valledupar. No lo podía creer. Inmediatamente le respondí: “Me resulta irónico que un promulgador de paz me amenace”. Un supuesto “señor”, profesional, adulto mayor, quien se hace pasar como dirigente político, con cierto pasado oscuro, se atrevió a constreñirme a través de un mensaje privado (el cual guardé por cualquier cosa que me suceda), sólo por el hecho de simpatizar con el No al plebiscito!

¡Hasta dónde hemos llegado! Los invito a todos a llevar una sana discusión, de altura intelectual, académica, en donde los argumentos del otro sean respetados, tolerados y tenidos en cuenta. Sigamos discutiendo, pero si pretendo exigir respeto y tolerancia debo comenzar yo mismo aplicándolos, pero no insultemos, amenácenos o recurramos a la violencia que tanto daño nos ha hecho. Lo más triste es que gane el Si o gane el No, seguirá el Eln secuestrando y extorsionando, los narcotraficantes y bacrim delinquiendo, los niños de La Guajira muriendo de hambre, el Chocó sin luz eléctrica 24 horas, la mayoría de los departamentos sin vías terciarias, sin salud y educación de calidad y los políticos siendo más corruptos cada día.

Por José Vicente Villazón Gutiérrez

 

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