POR: GUSTAVO COTES MEDINA
El presidente Obama prometió al comienzo de su gobierno acciones recíprocas con América Latina y El Caribe basadas en el respeto mutuo, intereses compartidos y asociación en condiciones de igualdad.
Sin embargo, es poco lo que tiene que mostrar en avances concretos. Las relaciones con Cuba presentan más continuidad que cambio; frente a la inmigración puede apreciarse un revés en sus actuaciones; los TLC con Colombia y Panamá siguen sin avanzar en el Congreso; el manejo de la crisis de Honduras, la negociación del uso de las bases militares colombianas y la intervención humanitaria en Haití después del terremoto, puede considerarse como un estancamiento en el dinamismo que debe tener la política exterior de los Estados Unidos hacia el hemisferio.
Entre los días 6 y 10 de Junio la secretaria de Estado, Hillary Clinton, visitó a Perú, Ecuador, Colombia, Barbados y asistió a la Asamblea General de la OEA en Lima. Este viaje es el séptimo oficial de la señora Clinton a América Latina y El Caribe, y el primero a Colombia, sugiriendo así que esta Región no es irrelevante para los Estados Unidos.
El gobierno de Washington está negociando acuerdos marcos para normalizar sus relaciones funcionales con Ecuador-Bolivia para establecer así una distinción clara entre estos países y el gobierno de Chávez. Las circunstancias cambiantes en América Latina y El Caribe dan para hablar de una reconfiguración de poder de Estados Unidos con el hemisferio porque es un hecho que ya no puede actuar unilateralmente sino en forma asociada con el resto de la región.
En la Asamblea General de Lima, además de discutir la importancia de reformar la OEA para fortalecer su mandato principal y garantizar su supervivencia, la Secretaria de Estado hizo un llamado para que Honduras fuera reincorporada a la comunidad interamericana y estuvo en la búsqueda de apoyo para la propuesta de aplicar sanciones a Irán por su programa de enriquecimiento de uranio. En estos temas, los gobiernos suramericanos están divididos.
El paso de la señora Clinton por Colombia es un mensaje claro de apoyo para el país y se considera formal por la sensación válida que su visita fue para despedirse de un presidente muy amigo y para discutir en privado sobre la lucha contra las drogas, el terrorismo y la preocupación por la impunidad. Además, para reafirmar el compromiso de apoyar el TLC, de avanzar en derechos humanos, en la protección a los sindicalistas y a los grupos sociales más vulnerables. Es decir, lo cotidiano.
Las reuniones con los candidatos Santos y Mockus tienen el propósito de confirmar el interés de continuar trabajando con el nuevo presidente de Colombia. El próximo gobierno queda con el compromiso cierto de rediseñar y darle un nuevo impulso a las relaciones con los Estados Unidos porque está flotando en el ambiente la idea que se avanza poco en el entendimiento de los temas prioritarios binacionales.
En Barbados, la señora Clinton le dará continuidad a la iniciativa de seguridad en el Caribe con el fin de combatir la violencia en la zona, como lo confirma el caso reciente de Jamaica. En resumen, la visita de Hallary Clinton a Colombia fue solo protocolaria, pero insustancial. Es conveniente plantear la necesidad de ampliar la agenda bilateral con los temas de cambio climático, energías limpias, ciencia y tecnología. En el corto plazo Colombia espera más compromiso y mejores resultados con el gobierno Obama. Amanecerá y veremos.
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