Por: Julio Mario Celedón
Soy de los que piensa que los toros es mejor mirarlos desde la barrera, por eso mi participación en política es más bien parca, porque no me gustan ciertas maneras de hacer proselitismo que se han venido adoptando en mi región, a veces también porque no me llama la atención ninguno de los candidatos de turno.
No obstante, para nada soy ajeno a la misma pues por más que quisiera me es imposible mantenerme al margen, por la sencilla razón de que en todo debate siempre tengo amistades aspirando a algún cargo (aunque solo los apoyo si les veo bien fundamentados) además porque soy de los que opinan que en nuestro país las cosas pueden y deben cambiar y la única manera de hacerlo es eligiendo bien a nuestros dirigentes, por eso siempre respaldo a quien considero claro en estas lides, a quien en realidad observo bien encauzado, mejor dicho quiera o no a la larga termino participando en política, y no puedo negar que hasta cierto punto me gusta aunque no soy de los que se la pasan metidos de cabeza en las sedes y comandos políticos.
En los últimos debates he podido observar un fenómeno muy positivo y determinante para que el verdadero cambio se pueda gestar, y es el hecho de la cantidad de jóvenes preparados que deciden lanzarse a la arena política, me parece extraordinario que se renueve, que haya un autentico relevo generacional, considero importante el evento de que los electores vean en estos nuevos prospectos la posible senda de la transformación, la verdadera generación del cambio.
Basta solo echar un vistazo en el Concejo de Valledupar para comprobar que el recinto está “plagado” de ediles jóvenes, preparados y capaces; “Calé” Cotes, José Santos “El Mello” Castro, “Pipe” Araujo, Jaime González, José Mario Rodríguez Barriga, entre otros.
Si no me equivoco el pasado debate históricamente quizás ha sido en el que más gente joven aspiró a cargos públicos, no solo a nivel regional sino también nacional. En el Congreso de la República tenemos a dos delfines que nos dan la tranquilidad de estar bien representados, José Alfredo Gnecco y Juan Manuel Campo, ambos provenientes de familias reconocidas y curtidas en política, dos jóvenes figuras que están conscientes de su responsabilidad y que decidieron de manera prácticamente independiente proponer sus nombres dejando a un lado las figuras paternas.
Pero, sin lugar a dudas, hay un nombre que está dando mucho de qué hablar positivamente y estoy seguro seguirá haciéndolo durante el transcurso de la brillante y ascendente Carrera política que emprendió en la Cámara de Representantes y que ahora continua para seguir sirviendo a su Departamento, me refiero al Gobernador Luis Alberto Monsalvo. Mucha gente pensó que por su juventud y su timidez le iba a quedar grande la silla Gubernamental, pero está demostrando con hechos todo lo contrario el hombre más que vocación de servicio posee una “disposición voraz” por hacer bien las cosas, sin lugar a dudas está enfocando sus esfuerzos para que su administración pase a la historia como la de la prosperidad y su interés por las clases menos favorecidas es evidente, el Gobernador está exteriorizando con trabajo y obras lo que quizás en su reservada personalidad no pueda expresar con palabras, solo habla lo necesario, piensa y luego actúa, y lo hace bien.
Estos son los Gobernantes que nuestra región y nuestro país necesitan, gente joven y preparada que sin tanto protagonismo y “paporreta” engrandezcan sus regiones. Monsalvo es un dirigente sobrio que está bien orientado y no necesita hablar más de la cuenta, porque con su gestión manifiesta “a boca llena”, el amor que le tiene a su Departamento, ¿Porque de que nos sirve el político de turno con una verborrea florida y exquisita con la que busca convencer incautos de que está haciendo mucho cuando en realidad no está haciendo nada? O peor aun cuando está haciendo pero para su lucro personal. Lo que si les puedo asegurar en mi humilde opinión es que El Cesar ahora si tiene Gobernador y uno bueno.