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La fotografía de la cantadora Zoila Torres

Foto referencia.

Fue Petrona Martínez quien puso en contexto el nombre de Zoila Torres.Esta era cantadora de bullerengue en Malagana, aunque era originaria de Palenque. Tenía su vivienda en una esquina de la calle primera del Viso, en cuya cercanía acostumbraban a poner la rueda de baile cantao, donde Petrona, desde temprana edad, la escuchó cantar e hizo de ella una de sus maestras.  

La mención de ella, y de las cantadoras Juana Terán, Juana  y Nemesia Carmona, llevó al productor musical Manuel García, conocido como Chaco, y al investigador, músico y escritor, Guillermo Valencia Hernández, a ir detrás de los rastros biográficos de estas influyentes mujeres.

A este último la inmediatez con las familias de las mencionadas le permitió obtener algunos datos de estas cantadoras; sin embargo, debió enfrentarse a la imposibilidad de tener fotografías de estas. Una explicación a este hecho la encontró en Malagana, donde le aseguraron que en este lugar solo los ricos se fotografiaban.

Otras repuestas fueron que existía un manifiesto rechazo a tomarse fotos bajo el argumento de que al hacerlo la imagen del fotografiado pasaría hambre ante la   imposibilidad de moverse para alimentarse. Otra razón, planteada especialmente por los palenqueros, era que la fotografía se robaba el alma de quien aparecía en ella. Y, por último, evitaban hacerlo con el argumento de que el fotografiado no tenía opción de defenderse mientras hacían comentarios en su contra delante de la fotografía.

Pero fue la información de lo que sucedió con la única fotografía que se conoció de la cantadora Zoila Torres, lo que nos llevó, en compañía de Guillermo Valencia, a visitar a su nieta Zoila Rosa Herrera Ospino, quien habita en el mismo lugar donde estuvo construida la vivienda de su abuela. Ella es una mujer morena, delgada, quien al vernos nos invitó a sentarnos en la sala, en la que en una de sus paredes cuelgan un número importante de fotografías.

Zoila era su abuela paterna,  a la que conoció a través de una fotografía que por algún tiempo estuvo en su casa, por lo que la describe como negra, alta, que no era gruesa espantosa, ni delgadita como ella.

“Pero esta fotografía tenía un misterio”, afirma Zoila, “que comenzamos a observar  cuando nos  mudamos para una finca que papá tenía. La fotografía, que estaba colgada en una pared de la casa había días que se borraba, es decir, quedaba el papel  sin la imagen, aunque después apareciera.

También pasaba que el marco de madera en el que estaba la fotografía lo encontrábamos  torcido, como si alguien lo hubiera movido, incluso, en algunas ocasiones lo hayamos en el suelo. Entonces, cuando papá se daba cuenta de lo que sucedía, decía: ‘Mamá está de mal genio’. Y cuando lo estaba lo estaba, porque por más que uno compusiera el marco, al rato aparecía torcido.

 La incomodidad que tenía mi abuela en la fotografía llevó a mi papá a decir que ella no quería estar en el monte, por eso decidió llevársela para el pueblo y la colgó en la pared de la casa que había sido de ella. Pero continuó molesta, entonces decidió dársela a  mi tía Diolinita Herrera, porque estaba convencido de que  quería estar era con su hija.

Yo creo saber las razones para no querer estar con nosotros, es que en la fotografía aparecía con su cabello corto y un par de cachitos de pelos en cada extremo de la frente  que el aceite de corozo no le había fijado al cuero cabelludo. Veía la fotografía y me burlaba de ella, seguro que por eso se mantenía  disgustada”.

Por: Álvaro Rojano Osorio.

Categories: Cultura
Alvaro de Jesus Rojano Osorio: