Lo cuentan las pieles y los rostros cansados que han vivido durante años la lucha y el flagelo por la falta de agua que en algunos casos les ha hecho rendirse: el agua algunos pueblos del Cesar no se puede beber. De los 25 corregimientos del municipio de Valledupar, el 90 % no cuenta con un sistema de tratamiento para potabilización del agua que sea óptimo y constante en todo el proceso.
¿Dónde están los millones de pesos destinados para invertir en los acueductos de los corregimientos? En 2018 los entes gubernamentales anunciaron que se destinaría una inversión de $5.500 millones para reparar los problemas de los acueductos regionales. ¿Cuál ha sido el resultado, quién es ‘la oveja negra’ de esta película?
Durante los años 2009, 2011, 2014 y 2018 el departamento del Cesar recibió más de 588.486 millones de pesos en regalías provenientes de la explotación carbonífera.
En 2009, 2010 y 2011 obtuvo un poco más de 65.558 millones de pesos en regalías petrolíferas. De esta suma, ¿cuánta cantidad estuvo destinada por los entes gubernamentales al mantenimiento y adecuación de acueductos corregimentales? Las cifras alarmantes dejan mucho que pensar, en nuestro interior surgen los cuestionamientos sobre el destino que se le está dando a los recursos que nos pertenecen, porque a la larga son nuestros territorios los que están siendo explotados.
Familias enteras viven en el abatimiento y el desgano frente a un monstruo más grande que sus ganas de vivir, han perdido la dignificación como seres humanos con derechos porque la frase: “No hay plata ni recursos” ha sido más ordinaria y ha dado más golpes en el ring.
EL PILÓN dialogó con un ente importante en el tema, Limar José Blanco Castillo, gerente de la Contraloría del Cesar, un organismo de control encargado de vigilar, auditar, coordinar todas las actuaciones que definan la responsabilidad de los funcionarios públicos y particulares en la administración de los recursos públicos del municipio, entre otras cosas.
El abogado se refirió al tema: “Lo que se ha observado es los acueductos es que captan el agua y con esa captación que hacen igualmente la están entregando a las comunidades. En muchos casos no es agua potable, lo informa la comunidad, los veedores, los presidentes de JAC y los ediles. Ellos manifiestan que el agua no es tratada. Esa operatividad de los acueductos no es sostenible en el tiempo, en algunos casos se destinan algunas personas a las que se les llama ‘fontaneros’ que compran los implementos químicos para el procesamiento del agua pero los pueden comprar para potabilizar una parte del agua, pero posiblemente mañana no van a tener para comprar, no va haber sostenibilidad. No hay empresas que estén operando en sus acueductos y eso genera inconvenientes en la potabilización del agua”, dijo el contralor.
Sin embargo, los procesos para la potabilización del agua no requieren las grandes inversiones de dinero porque el funcionamiento químicamente es sencillo y viable, según los entendidos en la materia. El funcionamiento de las plantas de tratamiento no es constante, el personal contratado para operar parecer no ser idóneo. Las comunidades viven día a día en carne propia las consecuencias.
Pero, ¿Cuál ha sido realmente el problema? “Los acueductos han sido construidos pero el problema ha sido la operatividad, no puede ser el agua potabilizada y entregada a la comunidad como debería ser. Se han propuesto algunas alternativas para entregarles el sistema de acueducto a la Juntas de Acción Comunal para que los operen por parte del alcalde y el gobernador. El departamento les daría un subsidio para comprar los implementos de la parte técnica y la operatividad y todo el tema de la planta de tratamiento y así llevar el agua a la comunidad. Esto implica una determinación política, son los alcaldes y gobernadores quienes deben propiciar esta formas de operatividad con alianzas con las JAC y otras empresas que puedan y quieran prestar el servicio, lo importante es que se tome una decisión para que a las comunidades les pueda llegar agua potable”, concluyó el contralor.
Diríamos que la falta de voluntad política es el mal síntoma de esta enfermedad de escases de agua potable que ha tenido la clínica y los medicamentos pero no un buen médico. EL PILÓN emprendió un viaje hacía uno de los municipios del Cesar que más ha sido magullado por la falta de acceso al recurso hídrico, Chimichagua.
“PEDIMOS PIEDAD”, LA FRASE DE ESTA HISTORIA
Chimichagua es un municipio de Valledupar que tiene alrededor de 45.000 habitantes 25.000 pertenecen a la cabecera urbana y el restante a la rural. Sólo a 2.203 usuarios les llega agua procedente de Acuachim, la Empresa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de la zona. La planta de tratamiento de agua potable, PTAP, es insuficiente hace muchos años, según lo expresaron residentes del lugar.
El proceso para potabilizar en agua en esta plata es sencillo a razón de que el recurso es captado de pozos subterráneos, aguas fisicoquímicamente limpias a las que sólo se les deben remover metales como hierro y magnesio, los cuales poseen de manera natural.
Sin embargo, la operatividad en este sitio no ha sido continua y mientras tanto mujeres, ancianos y niños sufren los efectos: “El agua y luz han sido el problema. No está correcto esto, he hecho el esfuerzo sudando para conseguir las cosas y se me han acabado. No nos dejan entrar ahí, porque todo lo que llega ahí se lo roban. Hay lombrices, cuando nosotros limpiamos ahí, a los ‘pelaos’ salían con sanguijuelas pegadas en las patas. ¡Mire la porquería que hay ahí!”, fueron las eufóricas palabras de Evaristo, un zapatero que vive hace más de 40 años en Chimichagua.
Las personas del pueblo aprovecharon para destilar sus inconformidades en EL PILÓN sobre esta conflagración que ha sido como dar patadas al viento: “Esa planta es un criadero de murciélago, la secretaria de Salud no vienen a visitar eso, aquí hay mucha queja de la comunidad y ellos no atienden el llamado de la gente. Como veedor ando solo, el gerente lo tengo denunciado con la Procuraduría y no me han dado informe. Hice esta denuncia porque el agua potable no le llega a uno. Sectores como Aurelio Roble, Villa Ester son sectores donde no llega el agua”, expresó Manuel Enrique perales, veedor de la comunidad.
“Cuando uno quiere llegar a la planta siempre hay dificultades para entrar. Los tanques que tenemos que nos suministran el agua potable tienen dos años que no les hacen mantenimiento. Uno no es especialista en el tema pero por lo que he investigado depende cómo evolucione la planta por los metales”, Jaider Arias, líder comunitario.
Nos comunicamos con el gerente de Acuachim, Javier Soto quien expuso: “Tenemos una planta insuficiente, es una planta de 60 litros por segundo y no tiene la capacidad para abastecer a todo el pueblo. Como empresa no tenemos el músculo financiero para hacer una inversión de mil millones. Como operadores hemos hecho el requerimiento a la alcaldía y aguas del Cesar pero no ha pasado. Hay gente en la comunidad que manifiestas muchas cosas que hacen parte es de una persecución política”, dijo el encargado.
En esta planta de tratamiento de agua potable se están guardando los carros de basura que recogen los residuos sólidos y la materia orgánica de una parte del pueblo, más del 50 % de la población no saben dónde arrojar sus desechos: “En esta población no hay parqueaderos, nos vimos obligados a guardarlo porque la calle de la policía la están pavimentando”, comentó Javier Soto.
EL PROBLEMA: LA FALTA DE VOLUNTAD POLÍTICA
“Las inversiones no se concentran en las condiciones fundamentales que necesitan las personas para tener una calidad de vida que deber el agua potable y saneamiento básico, sino que como hay tantas necesidades en todos los sectores se atomizan las inversiones y llegan muy pocos recursos al sector de agua potable. Es fundamental la voluntad política de los mandatarios porque ellos son los que determinan en sus planes de desarrollo qué es lo que van a construir entonces le dan prioridad a cosas que también son necesarias: vías, parques, colegios, edificaciones, etc. Algunos mandatarios le han dado prioritarias a otras cosas antes que al saneamiento básico y el agua potable”, dijo Pedro Serrano, gerente de Aguas del Cesar.
No podemos ser ciegos ni sordos. Los más analfabetas están entrando al despertar de la conciencia. Una parte de las regalías provenientes de la explotación de combustibles fósiles en nuestro departamento permitirán no de forma paliativa sino por un buen tiempo, propiciar las condiciones para que muchas personas puedan tener un acceso honorable y digno al recurso hídrico, que cifra una garantía de vida importante.
Pero, ¿dónde está el querer político? Son los entes gubernamentales quienes tienen el manejo directo de estos recursos. Nuestro departamento requiere energías alternativas, procesos orientados al cumplimiento de los postulados de la química verde, hábitos de consumo sostenible, apoyo verdadero a la ciencia, el arte y la cultura y conciencia frente a la crisis climática. “Pedimos piedad, por nuestros futuros hijos y los suyos”, lamentaron en Chimichagua.
Por: Marian Almeida Cujia / EL PILÓN
marianjf@hotmail.com