Todo parecía normal. La rutina y burlas de mis compañeros y en casa me sentía ignorada. Después de todo nada importaba, pues yo no existía. Mi única esperanza era encontrar el “Amor De Mi Vida’’.
Aquella tarde miré mi perfil y vi una solicitud de amistad. Él se llamaba Luis Fernando. Lo Amé desde el primer día. Me empecé a ilusionar y sentía que llegaba el amor. Con sus mensajes me enamoró “¡Te amo!, eres la persona más linda de este mundo’’ me conquistó tanto que cuando me preguntó: “¿Quieres ser mi novia?”, mi respuesta fue entregarle mi corazón. Yo le comenté a mi mamá, pero ella me dijo que eso no funcionaría nunca porque nos conocimos por Facebook, que solo era un amor de mentiras.
Todo era hermoso, siempre que me decía que me amaba lo sentía tan real, era lo mejor del mundo, siempre que hablábamos sentía una magia, y la mejor parte era que mi familia y mis compañeros se dieran cuenta que yo no era fea y que alguien si se había enamorado de mí.
Llegó el día que tanto había esperado transcurrieron sesenta y tres días sintiendo mariposas en mi estómago. Lo vi y lloré de felicidad, conocerlo fue maravilloso, pero todo lo bello no dura para siempre. Con el tiempo cambió toda la relación, ya Luisfer no me trataba igual, no quería estar conmigo, no quería que hablara con nadie, me controlaba, yo pensaba que era amor, pero no era así. Me convertí en su juguete, solo me utilizó. Todo era extraño ahora. Su último abrazo fue una mezcla de emociones, le pregunte: “¿Qué pasa?” Y me dijo que ya no quería nada conmigo porque él amaba a otra y que yo solo era un pasa tiempo. Aunque lo entendí, me dolió y lloré porque lo amaba más que a mi propia vida. Pero el tiempo siempre nos da oportunidades y el amor propio debe ser lo más importante. Gracias a Luisfer y a todas las burlas que recibí me convertí en alguien más fuerte y sabia. Ahora puedo decir que la flor al fin salió de su capullo.
Autor: Sandry Yulieth Fragozo León – I.E. Villa Corelca