Cortísimo Metraje
(Micro novela coleccionable o una novelita aristocrática)
Por Jarol Ferreira Acosta
«Que coman pasteles» (Qu’ils mangent de la brioche).
María Antonieta
5. Como todos iban a querer bailar con Nany, los zapatos eran un tema crucial. Había gente que se conformaba calzándose como actriz francesa o cantante británica, sobre todo en ese tipo de fiestas, pero Nany creía que eso era empalagoso y anacrónico, términos que siempre utilizaba para señalar lo que consideraba institucionalizado. Un buen par de taconcitos y unas medias invisibles resolverían el asunto del calzado. Pero escoger el color adecuado era tan difícil como escoger el modelo; algunos colores de temporada le parecían horrorosos. Y también estaba lo del maquillaje, lo del carro en que llegaría, lo del conductor, la cartera de mano y otros accesorios.
6. El tiempo es obra del diablo, pensaba Nany, no alcanza para nada. Recordó que olvidaba el asunto del regalo; muchos invitados no eran seleccionados por ser amigos cercanos de la pareja, el criterio tenía en cuenta los obsequios que muchos de ellos habían enviado a Nina o a Gabriel en anteriores oportunidades. Una buena obra de un artista poco conocido, como mínimo. Los invitados que asistieran con menos de eso tenían que ser figuras internacionalmente famosas, dependiendo de la disciplina en la que se destacaran, y en la última fiesta que ofreció Nina no invitaron sino a uno de esos. La lista de invitados la componían no más de cincuenta nombres, lo que significaba que a la reunión llegarían aproximadamente entre cien y ciento cincuenta personas, sin incluir el personal de seguridad y servicio, que acompañaba permanentemente a muchos de ellos; así que no tendría nada de raro que la cifra total de asistentes superara las quinientas personas. Ojalá este año, pensó Nany, Nina haya optado por contratar a los Dj’s del año pasado.
7. El día de la fiesta Nany estaba delgadísima, con ganas de cambiarse, tomarse unos vinos y ¿porqué no? romper momentáneamente su rutina alimenticia. Como de costumbre se despertó a las once de la mañana, sólo para hablar con su peluquero. Fue una conversación extensa, él estaba ofendido por no haber sido consultado sobre la ropa, accesorios y maquillaje. Habló pestes de todo el mundo y tiró el teléfono, enojadísimo diciendo que corría por su propia cuenta lo que la gente opinara sobre su atuendo general, y que ya no podía atenderla ese día porque todo el mundo quería una cita en su salón y las reservas no daban chance a hacerse un nuevo compromiso.
8. Con la tarde llegaron de distintas procedencias, al apartamento de Nany, la manicurista, la estilista, la maquilladora y la masajista. La estilista llegó acompañada por dos peluqueros y una auxiliar, que inmediatamente armaron una sala de belleza en la terraza donde normalmente Nany tomaba el café de la mañana. Un par de horas después llegó el vestido, bien empacado, con accesorios y varias cajas de zapatos de diferentes colores, del modelo que Nany había escogido. La mascarilla facial empezó a actuar desde las doce treinta, también la masajista. La manicurista, la maquilladora y la estilista, fueron las últimas en terminar; todas quedaron exhaustas pero satisfechas con el resultado.
9. Al probarse el vestido Nany notó que le quedaba perfecto. Era como de marfil, y en la parte superior el diseño del corsé le daba a Nany el aire vanguardista que la caracterizaba en su círculo como alguien de un particular buen gusto. Finalmente se decidió por unos tacones de terciopelo, atornasolados ¿Qué tal? Exclamó Nany, mientras la estilista daba los toques finales a su peinado. (Continúa).