En días pasados un grupo de bien intencionadas personas donde se contaban líderes sociales, activistas, defensores y hasta políticos, se dieron cita frente a las instalaciones de la problemática y cada vez más sufrida empresa de servicios públicos Afinia. El motivo: protestar por los altos costos de la energía en la ciudad. Este acto por supuesto más allá de su simbolismo y la atracción de la prensa criolla no tuvo otro efecto; en el mismo sentido, uno de los representantes a la Cámara del departamento en el Congreso de la República, anunció en su cuenta de Twitter la visita del superintendente de servicios públicos a la ciudad, también con el mismo objetivo.
Podríamos decir que casi todos los alcaldes se han propuesto intensificar sus esfuerzos para reforzar el pie de fuerza trayendo más policías o instalando cámaras por toda la ciudad, si bien es cierto son acciones disuasivas, el verdadero fin que se busca, como es frenar la delincuencia y disminuir la inseguridad, es claro que nunca mediante esa vía se va a lograr ,y lo digo convencido porque el sentido común nos indica que si la fuerza pública tomara la decisión de capturar a todos los delincuentes de la ciudad después no sabría que hacer con ellos, por ende este problema requiere acciones mucho más complejas y de mayor alcance.
En la misma vía se encuentran las acciones o estrategias para mejorar la movilidad la cual cada día se vuelve más caótica, pero que se pretende contrarrestar asignando un número mayor de agentes reguladores que a la postre no pueden regular nada debido a que vivimos en una cultura donde no se respeta ninguna norma por básica que sea.
La movilidad no solo la afecta el conductor irrespetuoso e irresponsable que actúa como un primate en la jungla donde sobrevive el más fuerte, no, el caos empieza desde los vehículos que se estacionan en las avenidas ocupando un carril, la proliferación de negocios que adoptaron como propio el espacio público y las calles como sus parqueaderos, o los vehículos repartidores de cervezas y gaseosas o las transportadoras de valores que asumen tener patente para atravesarse en cualquier sitio, esto sin demeritar que prestan servicios esenciales, o dónde me dejan los vehículos recolectores de basura que hacen su operación en horario pico cuando esta debería ser una actividad nocturna, y ni hablar de las ambulancias, las obras en las vías en horarios totalmente inconvenientes.
Por los lados del desempleo, todos hemos sido testigos de cómo se promocionan las ferias de empleo lo cual no dudo que tengan una buena intención puesto que son escenarios para conectar a las empresas que están demandando mano de obra con los posibles candidatos, pero de ahí a que esto ayude a impactar el desempleo como tal solo seguirá siendo una ilusión muy bien publicitada. Hemos insistido hasta la saciedad que el empleo es un factor de la economía y lo produce por un lado el aumento en la productividad de las empresas, la apertura de nuevas fuentes de producción o mediante una agresiva inversión del Estado en infraestructura o servicios, en estas circunstancias el volumen de recursos inyectado en la economía a través del circulante que generan los salarios funcionan como el combustible para el motor, no hay otra forma dentro de un modelo económico productivo y de libre empresa que genere empleo real.
Las medidas que solo atacan las consecuencias son estériles en el tiempo puesto que siempre se van a requerir más y más recursos para sostenerlas por las razones que ya expuse, y tiene mucha relación con las enfermedades que atacan al cuerpo humano como el caso de los virus los cuales producen síntomas que indican claramente la existencia de éste, casi siempre el paciente termina tomando pastas para la fiebre o para atenuar las dolencias, la mayoría de las veces funcionan pero el virus entra y hace estragos en el cuerpo teniendo que acudir ahí sí a tratamientos o intervenciones de alto riesgo incluso que pueden amenazar la vida.
Desempleo, inseguridad, altas tarifas en servicios públicos domiciliarios y movilidad caótica son consecuencias de males más agresivos y complejos que requieren intervenciones y acciones concretas sobre los orígenes del problema, entre otras desde la revisión o expedición de leyes, así como sendas campañas de educación y resocialización de los ciudadanos, de lo contrario seguiremos buscando la fiebre en las sábanas.
Eloy Gutiérrez Anaya