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La fe que obra por el amor

“Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” Gálatas 5,6
Hay niveles de fe en los que crecemos y caminamos. La fe crece a medida que nosotros crecemos en Dios. Sin embargo, la fe no es algo etéreo y volátil, no es de uso privado y personal, sino que se debe manifestar en nuestra manera de vivir.

San Pablo le dio gracias a Dios por los tesalonicenses, por cuanto la fe de ellos iba creciendo y el amor de todos y cada uno de ellos abundaba para con los demás. Esto quiere decir, en palabras sencillas, que la más alta expresión de la fe, debe ser el amor. Lo que vale es la fe que actúa mediante el amor. La fe actúa a través del amor.

Ese amor debe ser sin motivos escondidos, el amor perdona. El nivel más alto de la fe no es solamente nuestra confesión, sino el amor. Jesús mismo lo demostró en la cruz cuando pidió: “Padre, perdónalos”.

Amados amigos lectores: necesitamos crecer en fe, ese crecimiento producirá el amor. Escribiendo a la iglesia de Éfeso, Pablo les dice que ya no sean niños fluctuantes, llevados por doquier de todo viento de doctrina o por estratagema de hombres que conducen al error, sino que, siguiendo la verdad en amor, crecieran en todo aquel que es la cabeza, esto, es Cristo.

Si deseamos caminar en fe, romper la barrera del conformismo y movernos en una nueva dimensión, asumiendo riesgos y esforzándonos por cosas mayores, Dios nos acompañará en esa tarea. Estoy convencido que Dios busca personas que se atrevan a romper con la comodidad y quieran ir a otro nivel de fe. Entonces, abrámonos paso a través de las barreras y las limitaciones y vayamos al otro nivel donde Dios pueda hacer algo poderoso. En ese tiempo, sabremos que nada es imposible por medio de la fe en su nombre.

Elías, el profeta, rompió la barrera de la fe, cuando le declaró audazmente al liderazgo maligno de su nación que no habría lluvia en la tierra, que esta cesaría y comenzaría de nuevo hasta cuando él lo determinara. Pablo, dijo que su predicación no era con palabras de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, la fe es el fruto del Espíritu. Ezequiel, el profeta, tuvo un encuentro con Dios, que lo hizo volver a la entrada de la casa. Deducimos que había estado allí antes.

Me pregunto cuántas veces llegamos al punto en que todo lo que necesitamos es pasar por la entrada otra vez e irnos a un nuevo nivel, pero en cambio nos volvemos pusilánimes y echamos marcha atrás. Dios tiene que continuar llevándonos a la entrada de la casa vez tras vez; nos llevará, pero no nos forzará a ir. Es por medio de la fe que recompondremos el presente y alcanzaremos un nuevo nivel.

La persistencia rompe la barrera de la fe, no permitamos que los enredos del mundo nos retengan, abrámonos paso y movámonos a una nueva dimensión de fe, entremos en el plano del amor donde obra la fe.

También debemos ensanchar nuestra capacidad de creer, sin permitir que nadie nos restrinja ni limite. Creamos por cosas mayores, cada día tenemos opciones y decisiones, confiemos que Dios sabe de lo que somos capaces de hacer. “Y aquel que es poderoso para hacer las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros…”. Dios quiere hacer las cosas mucho más grandes de los que somos capaces de pedir o entender ahora.

Mi invitación de hoy es a que no permanezcamos secos y solitarios, pequeños en nuestro interior, sino que incrementemos la capacidad de amar y servir por medio de la fe y la confianza en Dios. Creamos en Dios y creámosle a Dios lo que dice en su palabra. Sí así lo hacemos, todas las cosas serán posibles. Dios podrá hacer mucho más en nuestras vidas. ¡A crecer en la fe y a manifestarla en el amor!

Un abrazo cariñoso en Cristo.

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