En estos últimos días he estado sensibilizado con el hecho de que mi mamá cumplió 70 años. He pasado por diferentes estados de ánimo, desde la alegría de seguirla teniendo con nosotros, el agradecimiento a Dios por poder disfrutar de su compañía, hasta una profunda nostalgia. La vida es muy corta, esto debemos tenerlo claro. Si no somos conscientes de eso, será más fácil desaprovecharla. Mi papá murió hace 10 años, todavía lo extrañamos montones. Lo recordamos con inmenso cariño y nos consuela saber que está en un lugar muchísimo mejor.
La celebración del cumpleaños de mi mamá nos permitió reunirnos con varios tíos que pudieron acompañarnos y los que no, adicionando a varios primos esparcidos por el mundo, se hicieron presentes por medio de videollamadas y diferentes mensajes que nos unieron e hicieron cortas las distancias que nos separan. Cada palabra, cada felicitación, nos unió como familia, nos permitió reiterar el amor y el cariño que nos tenemos y especialmente hicieron muy feliz a mi mamá.
Nadie dice que las relaciones familiares sean fáciles. Somos diferentes, pensamos diferente, tenemos diferentes gustos y creencias. Pero 2 hilos gruesos nos unen: la genética –contra la que no se puede hacer nada- y una crianza común. Esos 2 hilos son los que nos dan la fortaleza para mantenernos unidos, para cuidarnos y para querernos. Sin embargo, hacer parte de una familia, como cuando uno adquiere la acción de un club social, genera derechos pero también deberes. Al ser miembro de una familia contamos con una red de apoyo que nos hace sentir tranquilos, seguros y acompañados, pero también nos genera la obligación de ayudarnos, de estar pendientes unos de otros, de tender la mano cuando se necesite.
Crecí en un núcleo familiar que le da mucha importancia a respetar los compromisos y a honrar la palabra. No puedo entender que cuando se tiende la mano, se ofrece ayuda a otro, este lo tome como si fuese obligación y no responda positivamente a esa ayuda. Si se trata de plata, entre más fuertes sean los lazos de consanguinidad, más claras deben ser las cuentas.
Lamentablemente nos encontramos con casos en los que unos se aprovechan de otros, viven del esfuerzo ajeno o simplemente se gastan dineros que nos les pertenecen sin el más mínimo sentido de la rectitud.
Los méritos se ganan a punta de estudio y trabajo, esto lo hemos manifestado muchas veces. Es más fácil crecer, ahorrar y construir un patrimonio, si hemos madrugado a trabajar, con decencia, en vez de estar perdiendo el tiempo en tonterías; es más fácil prosperar, si hemos madrugado a trabajar para ganarnos el pan que compartiremos con los nuestros; es más fácil crecer si estamos convencidos de que ahorrar es imperioso y genera sacrificios que valen mucho la pena; es más fácil crecer si nos alejamos de vicios y otros riesgos; en fin, es más factible crecer, si hacemos lo correcto y nos comportamos como un buen padre de familia –concepto recurrente en nuestro Código Civil-.
Todo esto lo escribo y lo reafirmo, pretendiendo que quien no tiene claridad al respecto lea estas líneas y tome una posición frente a ellas. Ojalá comparta lo que aquí he dicho pero si no, lo invito respetuosamente a que construya una narrativa que con hechos y evidencias, desvirtúe uno a uno cada argumento, cada afirmación.
Debemos ser honestos en nuestro actuar, llevo años diciéndole a mis estudiantes que la mejor conciencia es la almohada: si me acuesto y duermo tranquilo, la cosa va bien, el balance es satisfactorio. De lo contrario habrá que replantear esquemas y siempre habrá la posibilidad de corregir y reescribir la historia para recomponer el camino. Aprovecharse de otros nunca será bueno.
Es muy diciente si me alegro al ver al otro crecer y prosperar; si siento envidia y me molesta ver el éxito de otros, solo sufriré y me envenenaré poco a poco con sentimientos negativos y que me generan constante incomodidad. ¡Qué satisfactorio es hacer lo correcto! ¡Feliz cumpleaños Ma!
Mientras tanto, Petro ya empezó a pagarle a los mafiosos con la mal llamada ley de reconciliación…
Por Jorge Eduardo Ávila.