Por: Valerio Mejía Araújo
“… pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del Tabernáculo” Éxodo 33:11
Expectación es esperar una cosa. Es el método de esperar antes de decidir una intervención, generalmente fundada en promesas o probabilidades. Es la probabilidad de conseguir algo que se prevé.
En el contexto, Moisés levantó el Tabernáculo fuera del campamento para que cualquiera que buscara al Señor pudiera salir a encontrarlo. Cuando Moisés salía al Tabernáculo, y la columna de nube descendía y Dios hablaba con Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero, todo el pueblo se levantaba a la puerta de su tienda y adoraba. Pero, su ayudante, el joven Josué, no se apartaba del interior del Tabernáculo.
El joven Josué recibía el mejor entrenamiento posible, era portero en la casa del Señor. Fue la vasija profética del Señor, para guiar a la siguiente generación a recibir el cumplimiento de las promesas.
Así, cuando el hombre de Dios, ya no estaba visible, el resto de la gente aparentemente volvía a sus carpas a ocuparse de lo cotidiano. Seguramente, el pueblo entraba al Tabernáculo para lo que consideraban cosas grandes e importantes; pero generalmente, se contentaban con adorar desde lejos y nunca entraron en la disciplina de escuchar, observar y esperar.
Josué tuvo la revelación de otro camino, aprendió a esperar, escuchando y observando. Al esperar, no salía del Tabernáculo sino hasta después que Moisés hubiera salido de estar en la presencia del Señor. Luego, observando, era el primero en ver el brillo sobre el rostro de su jefe. Y finalmente, al escuchar, era el primero en oír el informe de lo que había sucedido detrás del velo místico, en ese encuentro maravillo de amigos y compañeros.
La idea de espera para Josué era diferente de lo que es para la mayoría de nosotros. Para nosotros es aburridor, impaciente, tedioso y pérdida de tiempo; él esperaba en ansiosa anticipación de que el Señor se moviera. Dios había hablado y se mostraría. Quedaba expectante de lo que Dios haría. Algo nuevo ocurriría.
Amados amigos lectores, es la expectación la llave final que cambia el juego de la espera, es la oportunidad para que la revelación de Dios se active. Podemos observar a la distancia y no hacer nada diferente de adorar pasivamente como el pueblo, o podemos como Josué, esperar adentro con fervor hasta que surja algo nuevo de parte de Dios para nuestras vidas.
Tenemos una oportunidad sin precedentes; para dar respuestas al mundo, debemos estar dispuestos a dejar la línea de la producción en serie, de vivir frenéticamente, debemos esperar para escuchar la voz de Dios, debemos tener la expectativa que la Iglesia tome la posición que le corresponde en el contexto de la sociedad secular y traiga la primavera del espíritu a nuestra región.
Recuerda: Espera, escuchando y observando. Anticipa el mover de Dios con expectación.
Saludos y muchas bendiciones…